Entre los principales consagrantes del nuevo Prelado se encontraban el Obispo de Wuzburg, Mons. Josef Stangl; el Obispo de Ratisbona, Mons. Rudolf Graber; y el Obispo Auxiliar de Munich, Mons. Ernst Tewes.

En aquel tiempo, luego de 80 años, la cátedra episcopal era confiada nuevamente a un sacerdote de la gran diócesis bávara. En el consistorio del 27 de junio del mismo año, el futuro Papa Benedicto XVI fue creado cardenal por Pablo VI.

Joseph Ratzinger nació en Marktl am Inn, en la Diócesis de Passau (Alemania) el 16 de abril de 1927.

Entre las importantes labores que desempeñó al servicio de la Iglesia destaca que en 1962 participó en el Concilio Vaticano II como consultor teológico del entonces Arzobispo de Colonia (Alemania), Cardenal Joseph Frings.

También sirvió durante años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Pontificia Comisión Teológica Internacional, así como Decano del Colegio Cardenalicio.

El 11 de febrero de 2013 anunció su renuncia al pontificado, la que se hizo efectiva el jueves 28 del mismo mes. Actualmente Joseph Ratzinger vive en el monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano, en donde se dedica a la lectura y la oración.

El Sumo Pontífice Emérito ha aparecido varias veces en público desde su renuncia en 2013.

Entre otros eventos participó de dos consistorios para la creación de cardenales: en febrero de 2014 y 2015. Además concelebró la Misa de canonización de San Juan XXIII y San Juan Pablo II en abril de ese mismo año y en la beatificación del Papa Pablo VI el 19 de octubre de 2015.

En febrero de 2018, envió una carta al director del diario italiano “Il Corriere della Sera”. Dijo estar conmovido porque “tantos lectores de su periódico desean saber cómo estoy transcurriendo este último periodo de mi vida. Solo puedo decir al respecto que, en la lenta disminución de mis fuerzas físicas, interiormente estoy en peregrinación hacia Casa”.

En abril de 2019 se difundió el texto “La Iglesia y los abusos sexuales”, en el que Benedicto XVI analiza la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia a la luz de la revolución sexual de la década de 1960, el colapso de la teología moral y sus efectos en la vida de los sacerdotes y de la formación de los seminaristas.

Para Benedicto XVI, el primer camino esencial para hacer frente a la crisis de los abusos sexuales en la Iglesia es volver a Dios.