El Día Mundial del Acceso a la Información se conmemora cada 28 de septiembre y es reconocido por la Convención Interamericana de Derechos Humanos como un derecho universal. El acceso a la información significa que toda persona tiene derecho a buscar, recibir y difundir información, y forma parte del derecho a la libertad de expresión.

En el marco del proyecto 100 Por Cierto, el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y Thomson Media realizaron dos investigaciones para conocer el nivel de desinformación de los ciudadanos argentinos, y cómo impactan las “noticias falsas” en la labor de los periodistas. 

Cuando en la Argentina y el mundo se discute la transparencia de los gobiernos, el respeto de los derechos a la libertad de expresión y de acceso a la información pública, es importante conocer cuáles son los medios elegidos por la audiencia para informarse, así como qué tipo de información circula en ellos, y cuáles son las herramientas que tienen los periodistas para verificar la información que difunden.
Los medios elegidos y las “fake news”
En la era de la información, la proliferación de plataformas digitales, genera un ambiente propicio para la propagación de “noticias falsas”. Entre tanta información, la veracidad de la misma se diluye, y es muy difícil para las personas diferenciar qué es verdad y qué no. 

El usuario digital argentino se describe como hiperconectado e intenso consumidor de información y admite tener una conexión intensa con los medios de comunicación, no solo para entretenerse, sino principalmente para informarse.

Si bien los usuarios reconocen que el medio por el que se informan principalmente son las redes sociales, los medios tradicionales (diarios, TV y radio) les resultan más confiables que las nuevas plataformas y se convierten en mecanismos propios para no caer en el engaño. Esto reviste relevancia ya que consideran que el volumen de circulación de información falsa es elevado, fundamentalmente en los nuevos soportes.

Según los encuestados, la circulación de “noticias falsas” aumenta durante las campañas electorales, y en ese contexto, adquieren valor para ellos. Para ellos, la desinformación se circunscribe a una lógica política, panfletaria, utilizada para disputar la adhesión del electorado. 

El 82% considera que las noticias falsas” se generan con el objetivo de confundir e influir sobre un candidato político, y un 75% señala a los políticos como autores o responsables de su circulación. En ese sentido, más del 30% cree que existe una motivación política entre los adeptos de los partidos para difundirlas.
Periodistas vs “noticias falsas”
La circulación de “noticias falsas" afecta la credibilidad de los medios profesionales, lo que demuestra que el periodismo de calidad es más necesario que nunca. La difusión de contenido falso y engañoso en las plataformas digitales genera ruido en la conversación pública, contamina el espacio mediático y desafía al periodismo a poner freno a esas prácticas.

El 79% de los periodistas se encuentra con este tipo de información frecuentemente. Un 70% cree, al igual que los usuarios, que su circulación aumenta en períodos electorales. Señalan como principales responsables a los líderes políticos y piensan que se generan para perjudicar a candidatos, generar confusión y promocionar a los políticos. 

Los periodistas perciben a las llamadas “noticias falsas” como un grave problema para el periodismo, pero a la vez, estas impulsan una puesta en valor de la profesión: el 80% admite verificar mejor la información que recibe antes de publicarla.  

Según la encuesta, en promedio los periodistas utilizan 5 herramientas para chequear la información: consultan a más de una fuente (93%), buscan documentación oficial (84%), ven qué publicaron otros medios (74%), usan Google (76%) y preguntan a colegas (72%).

Mientras que para cubrir una noticia, utilizan en promedio 4,4 fuentes, principalmente contactos personales (96%) y documentación oficial (94%). Para elegirlas, se basan en la reputación y en la confianza tratando de abarcar, con esas fuentes, varios puntos de vista.


La desinformación afecta la democracia
La desinformación se produce a partir de la difusión de información falsa, imprecisa o engañosa diseñada, presentada y promovida para causar intencionalmente daño público o ganancias económicas.

Para los usuarios digitales, la información producida por periodistas se diferencia claramente  de la que circula por redes sociales, quedando al margen de las “noticias falsas”. La principal diferencia radica en el proceso de producción de las noticias, y la integración de datos en los contenidos genera mayor credibilidad.

El trabajo de los periodistas es explicar a la sociedad lo que pasa para que las personas puedan tomar decisiones informadas en todos los ámbitos de su vida. Por eso, verificar y contrastar la información es indispensable para distinguir qué es real y qué no lo es, para conocer los hechos e identificar una mentira interesada.

La desinformación divide a la sociedad, genera ira y miedo, y perjudica a la democracia. Cuando la sociedad reconoce a la desinformación como tal, puede comprender los hechos con datos ciertos y contrastar opiniones. Hoy los medios de comunicación tienen la posibilidad de ocupar un rol clave en la lucha contra la desinformación. Para ello es necesario fortalecer el rol de los periodistas como garantes de la información contrastada, cierta y contextualizada.

Desde FOPEA estamos convencidos que los usuarios del ecosistema digital tienen derecho a acceder a información transparente y confiable sobre los asuntos públicos, hecho fundamental para el ejercicio de sus derechos en la democracia.
Informe sobre usuarios digitales
Informe "Periodismo y desinformación"
Sobre 100 Por Cierto
El proyecto 100 Por Cierto es un plan estratégico para combatir la desinformación en la Argentina. Están al frente de 100 Por Cierto tres organizaciones de la sociedad civil vinculadas al periodismo y a la formación de periodistas: FOPEA y Thomson Media, y es un proyecto cofinanciado por la Unión Europea. 

100 Por Cierto es un plan a largo plazo que releva el fenómeno de la desinformación en la Argentina y construye herramientas para enfrentarlo a partir de la acción conjunta de los actores del ecosistema digital, con el fin de promover una sociedad crítica para la vida en democracia.