El Papa Francisco desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, presidió la Audiencia General, recordando que en la catequesis de la semana pasada vimos “cómo la oración cristiana está ‘anclada’ a la Liturgia”.

“Hoy, explicó el Papa destacaremos cómo desde la Liturgia esta vuelve siempre a la vida cotidiana: por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte…”, donde “continúa el diálogo con Dios”, pues “quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.

Francisco señaló: “la oración apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y obra en nosotros mediante la oración”.

Añadió: “Cada día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas a afrontar no sean estorbos a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno está acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre y también más feliz”.

“Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: y esta es la dignidad más grande. Es también nuestra fortaleza. Coraje. Rezar en todo momento, en toda situación, porque el Señor está cerca de nosotros. Y cuando una oración es según el corazón de Jesús, obtiene milagros”.

El Sumo Pontífice cerró su catequesis diciendo: “Pidamos por su intercesión que el Señor conceda la salud del alma y cuerpo a todos los que sufren a causa de alguna enfermedad y de la actual pandemia, y fortalezca a quienes los asisten y los acompañan en este tiempo de prueba que atraviesan en sus vidas. Que Dios los bendiga a todos”, concluyó.