El Santo Padre ha dirigido un discurso a los participantes en la 31ª edición del Curso sobre el Foro Interno organizado por la Penitenciaría Apostólica en el que han participado 870 clérigos de manera online. Su reflexión ha girado en torno al significado del Sacramento de la Reconciliación y las 3 expresiones que mejor lo explican. La primera: "abandonarse al Amor"; la segunda: "dejarse transformar por el Amor"; y la tercera: "corresponder al Amor". “Me gustaría detenerme con vosotros en tres expresiones, que explican bien el sentido del Sacramento de la Reconciliación, porque confesarse no es ir a la tintorería a quitarse una mancha. No. Es otra cosa. Pensemos bien lo que es” ha dicho el Papa.

Para Francisco, abandonarse al Amor significa “hacer un verdadero acto de fe”, pero la fe – advierte el Papa – “nunca puede reducirse a una lista de conceptos o a una serie de afirmaciones que hay que creer. La fe se expresa y se entiende dentro de una relación: la relación entre Dios y el hombre y entre el hombre y Dios”, pues la fe “es el encuentro con Dios mismo que es Misericordia y es el abandono en los brazos de este Amor misterioso y generoso, que tanto necesitamos, pero al que, a veces, tenemos miedo de abandonarnos”.

El Pontífice después señala que “quien no se abandona al amor de Dios acaba, tarde o temprano, abandonándose a otra cosa, terminando "en brazos" de la mentalidad mundana, que al final trae amargura, tristeza y soledad y no se cura”. Por tanto, el primer paso que Francisco considera para una buena confesión es “el acto de fe, de abandono, con el que el penitente se acerca a la Misericordia”.

Su consejo para los confesores es que “deben ser capaces de asombrarse siempre de los hermanos que, por fe, piden el perdón de Dios y, todavía sólo por fe, se abandonan a Él, entregándose en la Confesión”.

Dejarse transformar por el Amor: Esta es la segunda expresión sobre la que ha reflexionado Francisco. Sabemos muy bien que no son las leyes las que salvan: “el individuo no cambia por una árida serie de preceptos, sino por la fascinación del Amor percibido y libremente ofrecido” dice Francisco. Por tanto, cuando el penitente que encuentra en la conversación sacramental un rayo de este Amor acogedor, “se deja transformar por el Amor, por la Gracia, empezando a experimentar esa transformación de un corazón de piedra en un corazón de carne”.

Ante esta situación, el buen confesor – dice Francisco – “está siempre llamado a percibir el milagro del cambio, a advertir la obra de la Gracia en el corazón de los penitentes, favoreciendo en lo posible la acción transformadora”.

Después, el Papa explica que el abandono y el dejarse transformar por el Amor tienen como consecuencia necesaria una correspondencia con el amor recibido. Francisco declara que es una correspondencia “que se manifiesta en el cambio de vida y en las obras de misericordia que le siguen”, pues, quien ha sido acogido por el Amor “no puede dejar de acoger a su hermano”, quien se ha abandonado al Amor, “no puede sino consolar al afligido” y quien ha sido perdonado por Dios, “no puede dejar de perdonar de corazón a sus hermanos”.

En este sentido, el Santo Padre asegura que “Dios nos muestra un amor posible, en el que vivir esa correspondencia imposible” y que no es otra que “el amor al hermano”: “Amando a nuestros hermanos nos mostramos a nosotros mismos, al mundo y a Dios que le amamos de verdad”. Su tercer consejo para los confesores es que el buen confesor “señala siempre el imprescindible amor al prójimo como gimnasio diario en el que entrenar el amor a Dios”.

Al final de su discurso, les ha pedido que recuerden siempre “que cada uno de nosotros es un pecador perdonado, puesto al servicio de los demás, para que también ellos, a través del encuentro sacramental, puedan encontrar ese Amor que ha fascinado y cambiado nuestras vidas”. Teniendo esto en cuenta, el Papa ha querido subrayar algo que considera fundamental: cuál debe ser la actitud religiosa que debe tener el confesor ante el pecador perdonado. Francisco invita a los confesores a “acoger en paz, acoger con paternidad”, “todo el mundo sabrá cómo es la expresión de la paternidad – dice el Papa – una sonrisa, los ojos en paz... acoger ofreciendo tranquilidad, y luego dejar hablar”.

También pide estar atentos cuando el penitente tiene cierta dificultad para seguir adelante con un [determinado] pecado. “Si lo entiende, no hace preguntas indiscretas” dice Francisco e insiste: “No les haga más dolor, más tortura en esto. Por favor, no hagas preguntas. A veces me pregunto: esos confesores que empiezan: "Y así, así, así [dice: tai, tai, tai]...", pero dime, ¿qué estás haciendo, tú? ¿Estás haciendo la película en tu mente? Por favor, ¿eh?”.

Por último, el Papa explica a los confesores que ser “misericordioso” no significa tener la mano larga: “Significa ser hermano, padre, consolador”. "Eh, padre, no puedo hacerlo, no sé cómo lo haré..." - "Reza, y vuelve cuando lo necesites, porque aquí encontrarás un padre, un hermano: encontrarás esto": Esa es la actitud, dice Francisco. Y por favor – concluye – “no hagas el tribunal de examen académico. No te metas en el alma de los demás”.