El Equipo Diocesano de Pastoral Social de Catamarca se pronunció tras los episodios violentos que se registraron en Agua Rica en el marco del conflicto minero en Andalgalá, y recordó a las partes que por más complejas que sean las controversias deben dirimirse en forma pacífica y mediante el diálogo.

Tras citar mensajes del papa Francisco sobre la necesidad de siempre ir por ese camino frente a estas situaciones conflictivas, sostuvo: “Estamos convencidos de que los conflictos, por más complejos que sean, si hay buena voluntad entre las partes involucradas se pueden resolver pacíficamente”.

“Hace falta que todos nos determinemos a elegir el camino del diálogo sereno, generoso y racional. Es necesario que todos nos determinemos a elegir la paz y no la violencia, que nos determinemos a poner siempre el Bien Común por encima de los intereses particulares de cualquier tipo y sectores que sean”, agregó.

La Pastoral Social de Catamarca exhortó al diálogo recordando el refrán “Conversando se entiende la gente” y manifestó su disposición, si fuera necesaria, de colaborar para que “pueda concretarse esa conversación”. 

Texto del comunicado
La minería es una actividad humana compleja y en muchas latitudes su concreción ha generado conflictos. El conflicto ambiental, social y político, de larga data, que se ha generado en la ciudad de Andalgalá por la cuestión relacionada con la futura explotación minera de Agua Rica, se ha manifestado en su último episodio de forma violenta. 

Estamos convencidos de que los conflictos, por más complejos que sean, si hay buena voluntad entre las partes involucradas se pueden resolver pacíficamente. Al respecto, el papa Francisco nos enseña que “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad” (Evangelii Gaudium, N°226). 

“Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros ingresan de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones, y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar la existencia del conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso superador en beneficio de la comunidad involucrada. Recordamos lo que dice el Evangelio: “¡Felices los que trabajan por la paz! Mt 5,9” (Evangelii Gaudium, N°227).

Nos parece que estas enseñanzas nos pueden iluminar y suscitar nuevos ánimos para afrontar la delicada cuestión planteada. Se trata de una cuestión en la que está en juego nada más ni nada menos que el cuidado de nuestra casa común y de los que viven y vivirán en ella.

Hace falta que todos nos determinemos a elegir el camino del diálogo sereno, generoso y racional. Es necesario que todos nos determinemos a elegir la paz y no la violencia, que nos determinemos a poner siempre el Bien Común por encima de los intereses particulares de cualquier tipo y sectores que sean. 

Exhortamos al diálogo recordando el refrán“Conversando se entiende la gente”. Si hace falta nuestra colaboración para que pueda concretarse esa conversación, estamos a disposición de brindar lo que desde la Iglesia podemos ofrecer. Paz y Bien.