La arquidiócesis de Corrientes realizará el primer fin de semana de agosto la Colecta Anual Diocesana Ñemuasâi del 1% que, en el actual contexto de pandemia, se desarrollará de manera virtual.

Hay habilitados medios virtuales de aporte o se pueden acercar las donaciones a las parroquias especificando que el destino es Ñemuasâi.

Las colectas, recuerdan en la convocatoria, son donaciones de los fieles para ayudar a cubrir las necesidades de la Iglesia, de modo que disponga de lo necesario para el culto, las obras de apostolado y caridad. 

Monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, arzobispo de Corrientes, anima cada año a los fieles para ser generosos con la colecta Ñemuasâi y, así, ser hermanos.

“Una de las alegrías más grandes que tienen los padres es cuando sus hijos comparten entre ellos, porque los papás sienten que el amor que los une desborda en los hijos. A Dios, que es Padre, le sucede lo mismo cuando sus hijos y sus hijas, que somos nosotros, nos cuidamos, compartimos y descubrimos que somos una verdadera familia de hermanos y de hermanas que llamamos Iglesia”, destacó.

El prelado señaló que este año se mantiene el lema de la edición anterior: “Hagan todo lo que Él les diga”, en relación con la intercesión de la Virgen María en las Bodas de Caná. “Ella se dirige hoy a nosotros, a cada uno de nosotros sus hijos y sus hijas, para darnos la oportunidad de que nuestro corazón desborde de generosidad”, expresó.

El arzobispo correntino exhortó a dar el 1% de sus ingresos mensuales: “‘Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría’. En este sentido, teniendo en cuenta las posibilidades de cada uno y las necesidades de los demás, uno descubre su propia medida de dar, viendo lo que Dios le ha dado y lo que le pide a cada uno”, expresó.

“Ñemuasâi es una hermosa palabra del idioma guaraní que significa extender, expandir, sembrar la semilla como lo hace el sembrador. Es decir, abrir espacios para más vida para todos, y eso sucede cuando nos damos, nos extendemos y compartimos”, profundizó.

“Es una palabra que invita a la esperanza de vida que llevan las semillas esparcidas en la tierra. Al colocarle este nombre a la colecta diocesana, se pensó en esparcir la semilla del compartir en el corazón de los fieles, esperando una respuesta generosa, que corresponda a los dones y talentos que Dios esparce en sus fieles para que redunde luego en bien de todos”, concluyó.