El obispo de  San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, dedicó su reflexión dominical al primer libro de los reyes con la historia del profeta Elías y recordó: “Que tiene un gran triunfo sobre los profetas de Baal haciendo caer fuego del cielo. Pero en su momento de mayor gloria y de mayor poder Elías es preso del miedo porque es amenazado de muerte por la Reina Isabel, entonces huye. Huye lleno de temor y cuando huye se arroja debajo de una encina y se desea la muerte, piensa que no va a poder seguir adelante; qué tremendo son estos cambios, un momento en que el hombre se sentía fuerte, protegido y ayudado por Dios y el momento de la fragilidad, la experiencia de la fragilidad de Elías”.

“Como vivimos esto en esta pandemia y sentimos miedo, nos sentimos pequeños y esto nos pone nerviosos, nos obliga muchas veces a echar culpas, a estar tan enojados. Elías se queda dormido en el colmo de su depresión, duerme y el Ángel en sueños le dice: levántate y come. Cuando se despierta se encuentra que tiene una torta muy importante con bebida, come y vuelve a dormir”, siguió con el relado.

“El Ángel le vuelve a decir: levántate y come que todavía tienes mucho que caminar, tienes mucho que andar”; así va renaciendo la esperanza a partir del alimento que Dios le regala en medio del desierto y bajo el sol del desierto el alimento le sirve para ir hasta el Monte Horeb en donde vivirá su gran encuentro con Dios”, agregó.

El prelado sanisidrense continuó expresando: “El alimento lo refuerza; nosotros los cristianos nos alimentamos con el Pan de Vida, con la carne de Jesús, es el alimento sublime, es el pan de nuestra esperanza” y se preguntó: “¿qué nos alimentamos en la Argentina en este último tiempo? ¿cómo alimentamos nuestra sensibilidad, nuestros pensamientos, nuestra mirada? ¿cómo la alimentamos? Cuando vamos a las redes sociales, cuando vamos a la televisión”, planteó.

“Ha comenzado la campaña electoral y hemos escuchado insultos, descalificaciones, una suerte de guerra por quien aniquila primero al otro; con un abandono enorme sobre los problemas reales, sobre la gente concreta, lamentó.

Monseñor Ojea consideró: “Tenemos que alimentarnos para poder pensar hacia adelante y pensar con esperanza, pensar con sensatez y sin dejarnos llevar totalmente por el pensamiento emocional” e invitó a recurrir a la encíclica Fratelli tutti del Papa Francisco, en particular el capítulo sobre la mejor política, que es el capítulo quinto.

“Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura. Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica, la tierra ‘es un préstamo que cada generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente’”,leyó.

Tras exclamar la alta responsabilidad que hay con los los argentinos y argentinas del mañana, aseveró: “Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles”.

“No podemos abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilice y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Qué triste ver cuando detrás de supuestas obras altruistas se reduce al otro a la pasividad. Lo que se necesita es que haya diversos cauces de expresión y de participación social’”, sostuvo sobre la base de la encíclica papal.

“Que nos podamos alimentar de las necesidades reales de nuestra gente, para poder pensar en las ofertas electorales que se presentan y de este modo poder decidir sin estar influidos por estas insultantes palabras que se pronuncian continuamente de un lado y del otro y que impiden el pensamiento”, expresó monseñor Ojea

Por último, monseñor Ojea terminó pidiendo al Señor: “Que podamos comer esta verdadera comida para el Espíritu que alimenta nuestra esperanza y que tengamos la fortaleza que recuperó Elías para poder encontrarse con el Señor en el Monte Horeb”.