El número de víctimas en Haití ha aumentado drásticamente, dos días después del violento terremoto de 7,2 grados en la escala de Richter que se produjo el sábado por la mañana, sembrando el pánico, especialmente en el suroeste del país. Mientras la tierra sigue temblando en las réplicas sísmicas, los informes hablan hasta ahora de 1.300 muertos y 5.000 heridos, aunque se desconoce el número de desaparecidos.

Estamos, pues, alcanzando las espeluznantes cifras que recuerdan lamentablemente a las del terremoto de hace once años.

En este contexto, nuestra colega Gabriella Ceraso, entrevistó al padre Massimo Miraglio, camiliano de Cuneo que lleva 17 años en la comunidad haitiana de Jeremie. Él y sus hermanos están implicados en la construcción de un hospital que pretende ser un punto de referencia importante en la zona, una de las más afectadas por el terremoto.

"El terremoto -explica- nos tomó por sorpresa y no estábamos preparados. La gente de aquí está acostumbrada a lidiar con huracanes e inundaciones, así que reaccionaron con mucho pánico". Según el sacerdote, el mayor problema está en la parte baja e histórica de la ciudad, que se ha derrumbado, pero sobre todo en la zona montañosa que rodea a Jeremie.

En las montañas la gente lo ha perdido todo

"Me han informado - continúa el padre Massimo- que las casas en las montañas, que ya eran precarias, se derrumbaron, dejando a muchas personas heridas y muertas en lugares donde no hay acceso a los centros de salud, que, cuando están presentes, carecen de cualquier tipo de material que permita el rescate".

Además, el terremoto generó desprendimientos de tierra que derribaron casas. La causa- puntualiza el religioso- es la deforestación incontrolada que se está produciendo en la isla desde hace años.

El panorama es dramático: "la situación general -asegura- es frágil y la vida de la gente sigue siendo precaria a causa de la pobreza, los daños medioambientales debidos a la deforestación vinculada a la búsqueda de carbón, que es una fuente de ingresos aquí, y la dificultad para desplazarse por la zona. Las vías de comunicación, ya de por sí difíciles, se han visto aún más dañadas por las avalanchas y el terremoto, y tenemos muchas zonas totalmente aisladas".

Se necesita ayuda inmediata para las urgencias

Los pocos hospitales de las regiones afectadas tienen dificultades para prestar atención de urgencia. Las unidades de emergencias están saturadas y ya escasea el material sanitario. Por eso el padre Massimo lanza un llamamiento: "se necesitan medicamentos y sobre todo material de primeros auxilios, gasas, vendas, desinfectantes".

Hay que recordar que este país tan pobre está afectado por la pandemia que ha creado el caos en las estructuras hospitalarias con unos 20.000 casos de contagio. "Esta catástrofe -concluye el padre Massimo- hará aún más ingestionable la afluencia de enfermos, que llegan aquí desde toda la provincia. Pensemos que en la zona de Jeremie sólo hay un hospital para 800.000 personas".