En su homilía de este domingo, monseñor Gustavo Montini, obispo de Santo Tomé, Corrientes anunció la apertura del camino sinodal diocesano. Con relación al evangelio, advirtió sobre el peligro del “virus de la ambición”. Se refirió al pedido de Santiago y Juan que “no se trata de una ambición sana” sino de “una ambición que termina instrumentalizando a la persona para el propio beneficio, para el beneficio personal”. Explicó que lo que le piden es un “puestito”, y mencionó que lo reclaman “en un contexto donde están solos con Jesús, como quien aprovecha la oportunidad para hacerlo”. 

En ese sentido, avisó que este riesgo puede suceder dentro de las comunidades cristianas, “donde alguien, aprovechando alguna cercanía, algún mérito o alguna influencia, termina utilizando eso justamente para la propia vanagloria”. 

Y agregó: “Este tipo de ambición instrumentaliza a las personas a través de la mentira, la calumnia, va queriendo utilizarlos como peldaños para ganar más y más poder”. En ese sentido, ejemplificó con el juicio hacia Jesús, “un juicio que no se realizó sobre la verdad, sino que se realizó en la búsqueda de la propia ambición”. Y mencionó a “los escribas y los fariseos que, temiendo perder su lugar, mienten, confabulan, calumnian a Jesús”. De igual manera, se refirió a Poncio Pilato “que por temor a perder la popularidad prefirió lavarse las manos y hacerse eco de lo que todos pedían”. 

“La ambición es una enfermedad espiritual que termina haciendo daño, corrompiendo a la persona, a la comunidad, a la sociedad”, reflexionó e invitó a “inocular el veneno de la ambición” a través de la contemplación de Jesús en la cruz y por medio de la vida comunitaria. 

“El hombre necesita relacionarse, y con esos vínculos va creando comunidad y familia. En esa familia, en un sano vivir comunitario, se va puliendo este virus de la ambición”, señaló y reiteró “lo importante que es la vida comunitaria a la hora de la formación de la propia persona”.

En este punto, subrayó que “la Iglesia universal está comenzando un fuerte ejercicio comunitario, que se llama sínodo; una experiencia bastante única en la historia y en la sociedad que pone de manifiesto la universalidad y la capilaridad de la Iglesia”.

“Es una experiencia que quiere abrazar a toda la comunidad cristiana y que está tomado en diferentes secciones y fases. Hay una fase diocesana, nacional, continental y finalmente, una universal”, explicó y mencionó que el camino sinodal estará centrado en tres palabras: comunión, participación y misión. “Toda la comunidad cristiana estará envuelta en este dinamismo, que es un dinamismo sinodal”, concluyó.