Algunos países celebran este tiempo en mayo, pero debido a las bajas temperaturas de la época, el mes de María en Chile se trasladó a los dos últimos meses del año.

Esta idea fue propuesta en 1854 por el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Joaquín Larraín Gandarillas.

En este tiempo mariano los devotos demuestran su amor a la Virgen María con expresiones de fe que van desde la confección de altares, la oración comunitaria, el rezo del Rosario, procesiones, entre otras iniciativas.

También, la Comisión de Santuarios y Piedad Popular de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), realizará conversatorios marianos para profundizar en la figura de la Madre y destacar su centralidad en la Palabra de Dios, y algunos de los dogmas marianos como María la Madre de Dios, la Inmaculada Concepción y la Asunción de María.

Los conversatorios se transmitirán por la página de Facebook de la CECh los lunes 8, 15, 22 y 29 de noviembre y 6 de diciembre.

Además, la CECh dispuso un especial web donde se puede encontrar las oraciones marianas, una guía para realizar una lectio divina, una guía para los jóvenes y la familia elaborado por los Salesianos en Chile, videos sobre santos y beatos, de laicos, sacerdotes y religiosas con vidas extraordinarias, y un espacio dedicado para los niños.

Una de las tradiciones que une a miles de católicos en Chile es la oración inicial y final para todos los días del Mes de María compuestas por el P. Rodolfo Vergara Antúnez.

Oración inicial del Mes de María

¡Oh, María!, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu Nombre y alabanza. Tu Santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.

Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh, María!, no te das por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden poner a sus pies es la de sus virtudes.

Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh, Virgen Santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aun la sombra misma del mal.

La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.

En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.

¡Oh, María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes, que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más Santa y de la mejor de las madres.

Amén.

Oración final del Mes de María

Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre. Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones, deseosos de agradarte y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.

Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia Él y cambie tantos corazones rebeldes cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que en fin encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad. Que nos colme de alegría, en medio de las tribulaciones de esta vida, y de esperanza para el porvenir.

Amén.