El Papa Francisco recibió este sábado 22 de junio en el Palacio Apostólico del Vaticano a los miembros de la Federación Internacional de las Asociaciones Médicas Católicas, reunidos en Roma para celebrar su consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

El Santo Padre recordó que “las primeras comunidades cristianas con frecuencia presentaban a Jesús como un ‘médico’, destacando la constante y plena atención de compasión que tenía con todos los que sufrían cualquier género de enfermedad”.

“Su misión consistió, antes de nada, en acercarse a la persona enferma o marcada por una discapacidad, especialmente aquellas que eran causa de desprecio o de marginación. De este modo, Jesús rompe el juicio de condena con que con frecuencia se etiquetaba al enfermo como pecado, con esta cercanía compasiva manifiesta el amor infinito de Dios Padre hacia sus hijos más necesitados”.

Francisco subrayó que “el cuidado de las personas enfermas se presenta como una de las dimensiones constitutivas de la misión de Cristo y, por ello, permanece como tal en aquella Iglesia”.

Por otro lado, “es importante también el modo en que Jesús se preocupa de los enfermos y de los que sufren. Con frecuencia toca a estas personas y se deja tocar por ellas, también en aquellos casos en que estaría prohibido”.

Para Jesús, señaló Francisco, “sanar significa acercarse a la persona, incluso si hay algunos que quieran impedirlo”. “Para Jesús, curar significa entrar en diálogo para hacer emerger el deseo del ser humano y la dulzura del poder del amor de Dios, que actúa por medio de su hijo”.

“Porque curar significa iniciar un camino de alivio, de consuelo, de reconciliación y de curación”, subrayó el Papa Francisco.

“Estáis llamados”, dijo a los médicos, “a sanar con delicadeza y respeto de la dignidad e integridad física y psíquica de las personas. Estáis llamados a escuchar con atención para responder con palabras adecuadas que acompañen los gestos de cura, haciéndolos más humanos y, por lo tanto, más eficaces”.

“Estáis llamados a animar, a consolar, a dar esperanza. No se puede curar y ser curado sin esperanza, en eso somos todos necesitados y estamos todos agradecidos a Dios, que nos da la esperanza. Pero también agradecidos a todos los que trabajan en la investigación médica”.

En ese sentido, destacó que “en los últimos cien años los progresos han sido grandísimos. Hay nuevas terapias y numerosos tratamientos en estado de experimentación”.

“Todas estas curas eran impensables en las generaciones pasadas. Podemos y debemos aliviar el sufrimiento y educar a todos a volverse más responsables de la propia salud y de la salud de las personas cercanas y parientes”, insistió.

También, al final de su discurso, afirmó que “debemos recordar que curar quiere decir respetar el don de la vida desde el inicio hasta el final”.