El primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Schevchuk, trazó un duro panorama de la situación socio-económica en Ucrania tras 83 días de “la agresión rusa a gran escala”, pero destacó que “la solidaridad, el apoyo mutuo, el esfuerzo de ayudarse unos a otros y apoyar a los que están en mayor necesidad hoy en día, es la clave de la fuerza, de la resistencia del pueblo ucraniano en lucha”.

“Hoy me gustaría reflexionar con ustedes sobre otra obra de misericordia. Una obra de misericordia sumamente importante para poder ayudar a una persona en un momento difícil a superar circunstancias arduas. Y esta obra de misericordia para el alma del prójimo dice: ‘consolar al triste’”, indicó.

“Consolar al triste no significa ayudarla a experimentar un sentimiento sensible o a creer en alguna ilusión, no. Consolar significa interesarse por ella. Significa incluso tomar un poco sobre uno mismo sus dificultades, sus problemas, ‘copreocuparnos’ con esa persona. Sabemos que, en términos humanos, la tristeza que se comparte se hace menor, se hace más fácil. Juntos siempre es más fácil vivir la tristeza y los momentos difíciles de nuestra vida”, puntualizó

Monseñor Schevchuk agradeció "de corazón a todos los que expresan de modo especial la solidaridad y el apoyo a nuestra Iglesia y al pueblo ucraniano", y valoró el accionar de la Congregación para las Iglesias Orientales, perteneciente a la Curia Romana, que en estos dos meses de guerra “se ha convertido en el corazón de comunión, ayuda y consuelo para nuestra Iglesia y para Ucrania”.

“Quiero agradecer especialmente al cardenal Leonardo Sandri, que organizó una gran ayuda y apoyo para todos nosotros. Su eminencia Leonardo fue el primero en llamarme el primer día de la guerra, mientras estábamos en el refugio antibombas bajo la catedral patriarcal, para expresarme sus palabras de solidaridad, apoyo y consuelo”.

Soportar los agravios en medio de la guerra
Mons. Schevchuk aseguró este miércoles 18 de mayo que Ucrania lleva ya 84 días “resistiendo la invasión rusa que destruye nuestra tierra y va guerreando contra nuestras ciudades, contra nuestros pueblos, contra nuestros hogares” y reflexionó sobre la obra de misericordia por el alma del prójimo que dice “soportar con paciencia los agravios” y sobre la que, dijo, en medio de la guerra se hace muy especial.

“En nuestras relaciones personales, en nuestras relaciones con nuestros seres más queridos, con los más cercanos, es tan importante no apresurarse a responder inmediatamente al mal con el mal. ¡Es tan importante ser capaces de sobrellevar de buen modo incluso aquellas situaciones que llamamos crisis en las relaciones humanas! Dar tiempo al prójimo para ser mejor. Nuestro amor, en particular a los que están a nuestro lado, a los más queridos, no debe cambiar en base a cómo me trate la otra persona. Cuando yo amo, comparto lo que hay en mí. Amo y comparto el amor que el Señor Dios me ha dado. Por eso, el amor que es probado en la longanimidad de la paciencia se hace visible y efectivo, y es capaz de cambiar a la otra persona”, subrayó.

El primado greco-ucraniano explicó “la longanimidad en la paciencia, la capacidad de esperar, de aguardar en el amor la conversión del otro, es como si dijéramos un tiempo de convalecencia, de recuperación. Todo médico, cuando trata a un enfermo, tiene que esperar a que se cure, porque es un proceso”.

“Que el Señor nos ayude, especialmente en estas circunstancias de guerra, en nuestro amor al prójimo a apagar los diferentes tipos de conflictos que surjan en el interior de nuestras familias, de nuestras parroquias y de nuestras comunidades. Esta longanimidad en la paciencia por amor, como manifestación de la longanimidad en la paciencia que nos tiene Dios, se convierte en un gran tesoro para quien sabe amar”.