“La violencia parece no tener fin en el tiempo ni conocer límites geográficos. En ningún lugar del mundo se escapa al riesgo de ver el derecho a la vida vulnerado”, advirtió monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).

El arzobispo sanjuanino hizo referencia puntual a la guerra en Ucrania que “se sigue extendiendo en un tendal de destrucción y muerte”, y al reciente asesinato de dos sacerdotes y un laico en México.

“No fue algo casual sino un proceso sistemático de avance del crimen organizado”, denunció, y recordó que en un mensaje que el Celam publicó el viernes se expresaba: “Rechazamos y condenamos este infame crimen que enluta e indigna a toda la nación y a la Iglesia católica de nuestro continente, y lo hacemos abrazando y denunciando todas las múltiples expresiones de violencia, abuso y opresión que siguen teniendo lugar en nuestra región, las que lastiman siempre más a los más vulnerables y quienes caminan con ellos”.

Tras subrayar que “en varios países de América Central las pandillas delictivas controlan las calles”, detalló: “Deciden quién vende y quién compra, y a qué precio. Quién vive y quién muere”.

“En otros lugares de la región los padres prostituyen a sus hijas adolescentes por comida”, agregó. 

Monseñor Lozano también se refirió a la situación en la Argentina, donde –aseguró- hoy estamos teniendo niveles crecientes de inseguridad” y profundizó: “Ciudades y barrios en los que no se puede andar solo por la calle después que empieza a bajar el sol, ni tampoco a la hora de la siesta. El miedo a salir se ha vuelto un sentimiento demasiado frecuente”.

“Durante el tiempo de confinamiento y encierro debido a la pandemia ha crecido la violencia en el interior de la familia, siendo la amplísima mayoría de las víctimas mujeres y niños”.

“Un grito tan ensordecedor como contenido clama ‘¡queremos la paz!’”; concluyó.