“Este es un día histórico en la vida de nuestro país”, escribe monseñor José Gomez, arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (Usccb) y monseñor William Lori, arzobispo de Baltimore y presidente del Comité de Actividades Provida de la Usccb en una declaración especial difundida con motivo de la anulación del fallo de la Corte Suprema en el caso Roe vs. Wade, que abrió las puertas al aborto legal en Estados Unidos en 1973.

Los obispos recuerdan que “durante casi cincuenta años, Estados Unidos había fortalecido una ley injusta que permitía a unos decidir si otros podrían vivir o morir; esta política resultó en la muerte de decenas de millones de niños no nacidos, generaciones a las que se les había negado el derecho a nacer”.

“Estados Unidos -escriben- se construyó sobre la verdad de que todos los hombres y mujeres son creados iguales, con el derecho otorgado por Dios a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Esta verdad fue fuertemente negada por la sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso Roe v. Wade, que legalizó y reguló la toma de vidas humanas inocentes”. 

“Hoy damos gracias a Dios que la Corte revocó esta decisión. Oramos para que nuestros representantes electos ahora aprueben leyes y reglas que promuevan y protejan a los más débiles entre nosotros”, se lee en la declaración.

Los obispos reconocen que esta decisión fue el fruto de las oraciones, los sacrificios y las acciones de apoyo de innumerables estadounidenses comunes de todos los ámbitos de la vida a quienes expresaron su gratitud. Su trabajo por la vida "refleja todo lo que es bueno en nuestra democracia, y el movimiento por la vida merece que sea contado entre los grandes movimientos por el cambio social y los derechos civiles en la Historia de nuestra nación".

Por último, los prelados indican que ahora “es el momento de comenzar el trabajo de construir una América post-Roe. Es un tiempo para sanar heridas y reparar divisiones sociales; es un tiempo para la reflexión razonada y el diálogo civil, y unirnos para construir una sociedad y una economía que sostenga el matrimonio y la familia, y donde cada mujer tenga el apoyo y los recursos que necesita para traer a su hijo a este mundo con amor".

Y concluyen: “Como líderes religiosos, nos comprometemos a continuar nuestro servicio al gran plan de amor de Dios para la persona humana y a trabajar con nuestros conciudadanos para cumplir la promesa de Estados Unidos de garantizar el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad para todas las personas”.