Esta mañana, en la Parroquia Santa Lucía, en la Diócesis de Matagalpa, no se pudo celebrar la Santa Misa debido a la ausencia de los dos sacerdotes a cargo de la iglesia: el P. Vicente Martín, su párroco, y el P. Sebastián López, vicario parroquial.

En su lugar, se celebró la Liturgia de la Palabra, y la Eucaristía, consagrada en una Misa anterior, fue administrada por ministras extraordinarias.

EWTN Noticias consultó a la parroquia sobre la ausencia de los sacerdotes, y explicaron que los presbíteros no han sido arrestados por la policía de la dictadura de Ortega, sino que fueron “llevados a otro lugar por motivos de seguridad”.

El traslado de los sacerdotes se produce un día después de que la policía intentara arrestar al P. Vicente Martín poco antes de la celebración de la Misa en la Parroquia Santa Lucía.

Para evitar que los policías ingresen al templo, el P. Sebastián López celebró la primera Misa de la mañana en el exterior de la parroquia, improvisando el altar con una mesa.

Los fieles participaron detrás de las rejas que rodean la iglesia, y expresaron su apoyo a los sacerdotes.

La Parroquia Sagrado Corazón de Jesús del poblado de Las Calabazas, también en la Diócesis de Matagalpa, denunció que en la tarde del 15 de agosto “agentes de la Policía Nacional llegaron a las afueras de la parroquia y permanecieron ahí mientras el presbítero Salvador López, párroco de nuestra iglesia presidía la Santa Misa”.

El domingo 14 de agosto la policía de la dictadura de Ortega impidió que dos sacerdotes asistan a la Catedral de Matagalpa a recibir la imagen peregrina de la Virgen de Fátima.

Ese mismo día, el P. Oscar Benavidez, párroco de la Parroquia Espíritu Santo en la Diócesis de Siuna, fue detenido arbitrariamente por la policía nicaragüense.

Estas agresiones se suman al al arresto domiciliario al que la dictadura de Daniel Ortega tiene sometido al Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, desde el 4 de agosto.

El Prelado se encuentra impedido de salir de la sede del Obispado de Matagalpa junto a cinco sacerdotes, dos seminaristas y tres laicos.

Los policías de Ortega, que tienen rodeada la casa y la sobrevuelan con drones, no permiten que ingresen alimentos ni medicinas.