Una visita a los lugares de los horrores, en oración en Izyum frente a los cuerpos arrojados en una de las fosas comunes más grandes encontradas hasta ahora en Ucrania. En silencio en las salas de tortura. Es la etapa, quizás la más difícil, de la peregrinación que “en el silencio y en la oración” el cardenal Konrad Krajewski, limosnero del papa Francisco y prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, está haciendo durante estos días en Ucrania. 

"Hoy fuimos a los lugares de entierros masivos, en Izyum, donde se exhumaron los cuerpos", contó el obispo de Kharkiv-Zaporizhia, monseñor Pavlo Honcharuk, que acompaña al cardenal Krajewski. “Fue terriblemente difícil. Cuando el equipo estaba excavando, cuando mirábamos estos cuerpos, de alguna manera arrojados a los pozos... un cuerpo sin piernas, el otro con las piernas rotas... Como si no fuera suficiente que su muerte fuera tan inhumana, el entierro también fue indiferente. Había un hedor muy fuerte, realmente me golpeó: un olor muy pesado. Y hay muchas de esas tumbas”, contó el prelado. “Incluso el cardenal quedó muy impresionado”, agregó.

"Caminamos con él, vio todo esto y obviamente fue una experiencia profunda para él". El obispo y el "cardenal del papa Francisco" -como se lo llama aquí- también visitaron la comisaría, en la cual los rusos han creado una cámara de tortura. "Entramos en esas mazmorras, los lugares donde estaban retenidas esas personas -condiciones terribles, frías, húmedas, oscuras, sucias, completamente inhumanas. Hemos visto este mal y todo este crimen cometido. Y todavía está sucediendo, y solo podemos preguntarnos qué es lo que aún no se encontró”. 

El cardenal se está reuniendo con sacerdotes, religiosos, representantes de otras comunidades religiosas e iglesias. “Su llegada -explica monseñor Honcharuk- es un signo de la presencia del Santo Padre con los que están en esta tierra, los que se han quedado, los que han perdurado. Esta es su misión”. Dondequiera que va, el cardenal reparte rosarios. Mañana el cardenal Krajewski partirá de Kharkiv hacia Kiev. Su misión termina aquí. “El Papa está muy interesado en la visita del cardenal Konrad a Ucrania. Es como si el mismo Santo Padre nos bendijera a través de las manos del cardenal”, concluyó el prelado ucraniano.

“Otro día difícil del Limosnero Papal
Por su parte el propio cardenal Krajewski, -que hace un par de días salió ileso de un tiroteo en la ciudad ucraniana de Zaporizhia-, contó a los medios vaticanos la mañana del lunes 19 de septiembre que pasó con monseñor Honcharuk, en Izium, localidad “recién abandonada por los rusos” y donde se encuentran los restos de unas 500 personas.

"Allí fuimos testigos de una "celebración" - podemos decirlo así - en la que 50 jóvenes, en su mayoría policías, bomberos, soldados vestidos con monos blancos, estaban cavando y sacando de las tumbas, a menudo comunes, los cuerpos de pobres ucranianos asesinados, hace unos 3-4 meses, algunos recién enterrados allí."

"Lo sé... está la guerra", explicó el cardenal Krajewski, "y la guerra no conoce la piedad, también están los muertos. Ciertamente, ver a tantos en una zona es algo difícil de contar, de explicar".

"Hubo una cosa que me conmovió mucho: estos jóvenes ucranianos estaban sacando los cuerpos de una manera tan delicada, tan tranquila, totalmente silenciosa. Parecía una celebración, nadie hablaba, pero había tantos policías, soldados... Al menos 200 personas. Todo en silencio, con una increíble apreciación del misterio de la muerte. Realmente había mucho que aprender de estos chicos", relató el cardenal polaco.

"Realmente fue un momento conmovedor ver cómo llevaban los cuerpos. Parecía que lo hacían por sus propias familias, por sus padres, hijos, hermanos. El obispo y yo caminamos entre ellos, rezamos la Coronilla de la Misericordia una y otra vez, estuvimos al menos tres horas. No podía hacer otra cosa". Fue –subrayó el cardenal polaco - "una celebración de la misericordia", un gesto totalmente gratuito.

"Esto se ha quedado conmigo ahora que estoy de vuelta en Járkov, me encuentro en la capilla y pienso en estos jóvenes". Fue un día difícil, marcado también por la visita a una comisaría de policía, convertida en cámara de tortura.

"Sabía que encontraría muchos muertos, pero conocí a hombres que mostraron la belleza que a veces se esconde en nuestros corazones. Mostraron una belleza humana en el lugar", dijo el cardenal Krajewski, conmovido, "donde sólo podía haber venganza". "Pero no. Recordé las palabras de la Sagrada Escritura de que el mal siempre debe ser vencido con el bien".