Como es tradición, el presidente de Brasil, en esta oportunidad Jair Bolsonaro, fue el primer mandatario en hablar ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que este martes inauguró su 77° período de sesiones en Nueva York con un discurso de poco más de 15 minutos con fuertes visos de acto de campaña, a poco menos de dos semanas para las elecciones. 

Durante su presentación, Bolsonaro hizo énfasis en los logros de agenda doméstica, desde la campaña de vacunación contra la COVID hasta sus logros económicos, a la vez que afirmó que su gobierno "desterró la corrupción de la izquierda", un mensaje dirigido en contra de Lula da Silva, el expresidente que actualmente lidera las encuestas de cara a los comicios del próximo 2 de octubre.

"Enfrentamos la corrupción sistemática", declaró Bolsonaro ante la Asamblea General, y agregó que "entre 2003 y 1016, cuando la izquierda gobernó el país", fueron robados miles de millones de dólares y que "el responsable de eso fue condenado", pero sentenció que "ese es el Brasil del pasado".

En un mensaje claramente para consumo interno de Brasil, Bolsonaro aprovechó la vidriera global de la Asamblea para hacer campaña como ya lo había hecho en Londres, durante el funeral de la reina Isabel II.

Nicaragua

Tras pedir un alto el fuego inmediato en Ucrania, Bolsonaro volvió a su agenda interna para enfatizar el derecho a la libertad de expresión y de culto que se respeta en Brasil.

Fue el puente para anunciar que Brasil "abrirá sus puertas" a los religiosos católicos que "sufren persecución" por el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua".

"Brasil abre sus puertas para acoger a los padres y monjas católicos que han sufrido persecución del régimen dictatorial de Nicaragua", aseguró el presidente en la tribuna de la ONU.

Tras el discurso de Bolsonaro, los presidentes de Chile y Colombia, Gabriel Boric y Gustavo Petro, respectivamente aguardaban subir al estrado en su primera vez como oradores en este foro internacional.

"Tormenta perfecta"

La Asamblea General sesiona este año en un contexto signado por la Guerra en Ucrania, catástrofes climáticas, inseguridad alimentaria...

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres alertó a los dirigentes del planeta de la "tormenta perfecta" que se cierne sobre el planeta y que provocará un "invierno de protestas", en la apertura de una Asamblea General profundamente dividida.

"La crisis del poder adquisitivo se desata, la confianza se desmorona, las desigualdades se disparan, nuestro planeta arde, la gente sufre, sobre todo los más vulnerables" y a pesar de ello, "estamos bloqueados por una disfunción global colosal", dijo Guterres en en esta gran cita diplomática anual que se realiza presencialmente por primera vez en dos años perturbados por la pandemia de covid-19.

"Estas crisis amenazan al propio futuro de la humanidad y el destino del planeta", advirtió. "No nos hagamos ilusiones. Estamos en un mar agitado. Un invierno de descontento se perfila en el horizonte".