Al cumplirse dos años de la encíclica Fratelli tutti del papa Francisco, publicada el 3 de octubre de 2020, el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea reflexionó sobre la actualidad del llamado del pontífice a “construir un proyecto común, una convivencia armónica”.

"Lamentablemente se han agudizado los desencuentros, las sombras en un mundo cerrado, como las llama el Papa en la encíclica, así como la cultura del descarte, el individualismo y ahora hemos entrado en una enorme pandemia emocional, donde la guerra es un partícipe importantísimo, una pandemia de crispación, de enojo, de odio", señaló monseñor Ojea en una entrevista con la agencia Télam.

Para el presidente de la CEA, "entonces, de alguna manera, el llamado de Fratelli tutti está más vigente que nunca. Un llamado a construir un proyecto común, una convivencia armónica, que incluya a todas las diferencias y diversidades, sean religiosas, culturales y sociales. Somos hermanos", reflexionó.

Y agregó: "Ha sido notable el magisterio del papa Francisco en la pandemia y, de alguna manera, Fratelli tutti es la culminación de ese magisterio". "Fratelli tutti viene a culminar todo lo que el Papa proponía: es decir, que de una crisis se tiene que salir mejor".

El presidente del episcopado explicó luego los tres fundamentos de la encíclica:

"Uno es San Francisco de Asís, del que se están conmemorando 800 años de su visita al Sultán, que significó entrar en contacto con los musulmanes que en esa época eran la cultura opuesta, y que haciéndose pobre se hizo un hermano universal".

Otro fundamento "fue el histórico encuentro con el Gran Imán de Al Aazhar, Ahmed al-Tayab, en Abu Dabi, en el que produjeron un documento sobre la fraternidad humana, la paz mundial y la convivencia común", planteó Ojea sobre la reunión del pontífice y la máxima autoridad del Islam sunita de 2019 que produjo una declaración en la que "se comprometen a asumir la cultura del diálogo como camino, la colaboración como conducta, el conocimiento recíproco como método y criterio".

El tercer fundamento de la encíclica es "el Evangelio, que está más vigente que nunca y nos trae ese nuevo paradigma que el Papa sintetiza en la parábola del buen samaritano, el del encuentro con un extraño en el camino".

El enfrentamiento entre hermanos: Caín y Abel
Monseñor Ojea destacó a continuación que "la encíclica tiene una enorme vigencia porque estamos unidos frente a la respuesta de Caín".

"Recordemos -dijo a Télam monseñor Ojea- que el relato de Caín y Abel es como si fuera el relato originario de toda guerra", argumentó sobre el pasaje bíblico y planteó que "refleja lo que estamos viviendo en este tiempo: un culto a la libertad que no conlleva a la responsabilidad" así como "un culto al individuo que no contiene en sí mismo la responsabilidad sobre la vida del hermano".

"Y Fratelli tutti es un llamado a poder encarnar en nuestra vida la humanidad por encima de todo, en un momento en que la humanidad está sedienta de paz", reflexionó.

La encíclica, explicó, retoma la necesidad de "ir trabajando en una enorme apertura a lo diverso, en donde se pueda conjugar todo el sabor local con la necesidad de la paz y la fraternidad universal, redescubrir el valor de la solidaridad, del destino común de los bienes, atender las situaciones desesperantes de hermanos nuestros como los que tienen que estar sometidos a migraciones forzadas, y que son rechazados en los lugares a los que acuden".

Se trata, agregó, de "situaciones tremendas que vive el mundo a las que nadie tiene derecho a dar la espalda, porque somos todos partícipes de un destino común".

"Al mismo tiempo, esta ansia de diálogo se va a expresar en la participación en la política, entendida como la mejor política, la más noble de las artes, vinculada con la caridad y la búsqueda del bien común".

Una política, en definitiva, que "va a expresar claramente el rechazo a un capitalismo salvaje, que desprecia a la persona humana, que pone a la economía por encima de la persona y que ha reducido al hombre a ser una mercancía".

La fraternidad y la buena política, agregó monseñor Ojea, "se opone también a un populismo que aprovecha circunstancias, necesidades que vive la población para ser explotados por intereses individuales, por conveniencias particulares".

"Por eso el Papa condena con claridad a todos los populismos: esta necesidad de diálogo se expresa también en la búsqueda a través de una política que se pueda expresar como una forma del amor, como una forma del amor social, a que volvamos a tener aprecio por el trabajo en favor de la cosa pública, del bien público", finalizó.

El aporte de las religiones al diálogo y la fraternidad
“Las religiones pueden aportar al país su experiencia para dialogar y hacer puentes", dijo el obispo de San Isidro y destacó los vínculos interreligiosos y ecuménicos que construyó la máxima institución católica en los últimos años. "A través de estos años, después del Concilio Vaticano II, el diálogo interreligioso y el ecuménico nos han hecho amigos con tantos hermanos judíos y musulmanes", destacó.

Así, para el presidente de la CEA, "podemos decir que el diálogo interreligioso y el ecuménico son de los pocos diálogos que han funcionado en la Argentina".

"De modo que nosotros -observó- podríamos aportar a la Nación, al país, esta experiencia que hemos ido teniendo a lo largo de los años con diversos obispos y sacerdotes dedicados con una vocación plausible al diálogo ecuménico e interreligioso, cómo hemos construido una amistad con hermanos judíos y musulmanes", propuso.

"Las religiones tienen que, tener voz en el debate público, no pueden ser despreciados los textos religiosos clásicos. La misión de las religiones no puede quedar relegada al ámbito de lo privado, porque no estamos como religiosos al margen de la construcción del mundo", así como "tampoco podemos renunciar a la dimensión política de la existencia, a la tensión al bien común, y al desarrollo humano integral", subrayó.

Y finalizó reiterando que “las religiones se ofrecen como una casa abierta que rompe muros, que construye puentes", destacó, antes de recordar la tarea del Papa que "pone todo de su parte para poder construir a través de las distintas religiones una base que ayude a la hermandad y a la fraternidad universal, a la amistad social y al poder superar este individualismo feroz que nos cierra a la aceptación de la diversidad".