De acuerdo a una antigua tradición, el Apóstol Santiago llegó a la península Ibérica (España) para predicar el Evangelio; allí se le apareció la Virgen María, de pie, encima de un pilar o columna.

Aquel encuentro es el origen de una de las devociones más extendidas y hermosas que hay en la Iglesia Católica: la advocación a Nuestra Señora del Pilar.

María, pilar sobre el que se sostiene la Iglesia

La historia se desenvuelve de esta manera: alrededor del año 40 de la era cristiana, San Santiago, en una noche de oración a orillas del río Ebro, Zaragoza, vio a la Madre de Jesús aparecer ante sus ojos. Ella le pidió que se edifique un templo dedicado a su santo nombre, y que el pilar sobre el que estaba parada sea colocado junto al altar.

"Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda", le dijo la Virgen María a Santiago Apóstol.

Después de la aparición, el apóstol y sus discípulos comenzaron la construcción del templo, en cuyo interior permanece la columna hasta hoy.

Los españoles y foráneos que visitaban el lugar empezaron poco a poco a referirse a la Virgen María como “Santa María del Pilar”. Aquella edificación constituye el primer templo dedicado a María Santísima de la historia.

Así, el paso de los siglos atestigua cómo se ha venido cumpliendo lo prometido por la Madre de Dios al Apóstol Santiago. Ni las guerras, ni las invasiones, ni las bombas arrojadas durante la Guerra Civil española han podido alterar el lugar.

América, bajo la protección de la Virgen del Pilar

Por otro lado, el continente americano, evangelizado por misioneros españoles, fue constituido y se sigue desarrollando en su identidad bajo el auspicio y protección de la Virgen del Pilar.

Ella fue protectora de aquellos que llegaron a tierras americanas con el propósito de anunciar a Cristo. Es tremendamente significativo, en ese sentido, que el arribo de Cristóbal Colón, por primera vez, al Nuevo Continente, haya ocurrido un 12 de octubre, día de la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Por eso, San Juan Pablo II, en 1984, reconoció a la Virgen del Pilar como “Patrona de la Hispanidad”.