“Promover la comunión, la participación y el compromiso misionero de todos los bautizados, a través de un proceso de discernimiento espiritual centrado en el encuentro, la escucha y la reflexión, para alcanzar una apertura cada vez mayor a la novedad del Espíritu y sus sugerencias”, expresó el papa Francisco este jueves 20 de octubre al recibir a los participantes en el Capítulo General de los Misioneros de Mariannhill en la Sala del Consistorio. 

En su discurso con motivo del 17º Capítulo General -que se celebra tras el centenario de la Congregación nacida en Sudáfrica por inspiración del misionero trapense austriaco Franz Pfanner y otros compañeros trapenses- el pontífice recordó esos mismos inicios de la comunidad y los invitó a mantener sólido el "carisma fundacional, que une la fidelidad a los consejos evangélicos con la pasión por difundir el Evangelio ad gentes y hacer crecer el Reino de Cristo en santidad, justicia y paz".

Francisco tomó el tema del capítulo -Solidaridad: llamados a tener un solo espíritu y un único fin- y señaló que "es particularmente actual, a la luz del más amplio camino sinodal emprendido en los últimos meses por la Iglesia universal". Es un "camino eclesial que pretende favorecer la comunión, la participación y el compromiso misionero de todos los bautizados, a través de un proceso de discernimiento espiritual centrado en el encuentro, la escucha y la reflexión, para llegar a una apertura cada vez mayor a la novedad del Espíritu y a sus sugerencias".

“Un elemento esencial del proceso sinodal -recomendó el pontífice- es el desarrollo de un mayor sentido de corresponsabilidad de los fieles laicos en la vida y el futuro de la Iglesia”.

“La historia de su Congregación -dijo- muestra que, desde el principio, la predicación del Evangelio estuvo acompañada de un compromiso de alentar las vocaciones indígenas, de promover el desarrollo humano integral dentro de las comunidades locales y de desarrollar un espíritu de corresponsabilidad por el bien común”. 

Y agregó: “Mientras perseveran en su empeño por llevar adelante esta unidad y solidaridad al servicio del Evangelio, los animo a cultivar una constante conversión pastoral, que se exprese en todas las dimensiones de la vida y actividad de su Congregación, desde el sacerdocio y la formación espiritual de los laicos a la planificación concreta de proyectos apostólicos”.

Por otra parte, el Santo Padre recomendó a los Misioneros de Mariannhill: "Ni corazones duros, ni corazones cerrados", asegurándoles sus oraciones y deseando que el Capítulo traiga "abundantes frutos espirituales".