“El corazón del Acuerdo ciertamente tiene que ver con la consolidación de un buen diálogo institucional y cultural, pero se trata principalmente de bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China”, expresó el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano entrevistado por los Medios vaticanos, explicando los motivos que llevaron a la Santa Sede a firmar y renovar por segunda vez el Acuerdo Provisional con la República Popular China.

Tras recordar que el 22 de septiembre de 2018 la Santa Sede y el Gobierno de la República Popular China firmaron un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de obispos, el cardenal Parolin explicó que “este Acuerdo es ‘provisional’ porque todavía estamos viviendo un período de experimentación. Como siempre ocurre, situaciones tan difíciles y delicadas requieren un tiempo de aplicación adecuado para poder comprobar la eficacia del resultado e identificar posibles mejoras. Además, como sabemos, la pandemia del Covid-19 creó comprensibles obstáculos para las reuniones entre las delegaciones, que están siguiendo y evaluando cuidadosamente la aplicación del propio Acuerdo. Por estas razones, la validez del Acuerdo se prorrogó por primera vez en 2020 y ahora se prorrogará nuevamente por otros dos años”. 

“El papa Francisco -añadió- con determinación y paciente previsión, decidió continuar por este camino no con la ilusión de encontrar la perfección en las reglas humanas, sino con la esperanza concreta de poder asegurar a las comunidades católicas chinas, incluso en un contexto tan complejo, la orientación de pastores dignos y aptos para la tarea que se les ha encomendado”.

La designación de los obispos
Sobre la “la delicada e importante cuestión del nombramiento de los obispos”, explicó el Secretario de Estado del Vaticano, se acuerdan procedimientos “que toman en consideración las condiciones particulares de un país, sin por ello fallar nunca en lo que es esencial y fundamental para la Iglesia, es decir, el nombramiento de buenos y dignos pastores”. 

En el caso del Acuerdo con China, el cardenal Parolín subrayó que “se consideró cuidadosamente, teniendo en cuenta las características particulares de la historia y la sociedad chinas y los consiguientes desarrollos de la Iglesia en China. En este sentido, no puedo dejar de mencionar las múltiples situaciones de trabajo y, a veces, de laceración en las que se han encontrado las comunidades católicas en las últimas décadas. Por lo tanto, parecía prudente y sabio tener en cuenta tanto las necesidades expresadas por las autoridades del país como las necesidades de las comunidades católicas”.

Los frutos del Acuerdo Provisional
Después de cuatro años de firmado el Acuerdo, el cardenal Parolin destacó que “a corto plazo, creo que hay tres frutos principales, pero espero que vengan otros en el futuro. La primera es que, al mismo tiempo que el Acuerdo, desde septiembre de 2018 todos los obispos de la Iglesia católica en China están en plena comunión con el Sucesor de Pedro y no hubo más ordenaciones episcopales ilegítimas. Para los fieles simples esto se puede encontrar todos los días en la Santa Misa celebrada por cualquier sacerdote chino: de hecho, el Papa es mencionado explícitamente en la oración eucarística, algo impensable hace años”. 

“El segundo fruto son las primeras 6 ordenaciones episcopales que tuvieron lugar en el espíritu del Acuerdo y de acuerdo con el procedimiento establecido que deja la última y decisiva palabra al Papa”. 

“El tercer fruto es que en este tiempo también los primeros 6 obispos ‘clandestinos’ lograron ser registrados y por tanto formalizar su cargo, siendo reconocidos como obispos por las instituciones públicas. Estos pueden parecer pequeños resultados, pero para quien mira la historia con los ojos de la fe, son pasos importantes hacia la curación progresiva de las heridas infligidas a la comunión eclesial por los acontecimientos del pasado. Por lo tanto, debe subrayarse una vez más, si fuera necesario, que el corazón del Acuerdo ciertamente tiene que ver con la consolidación de un buen diálogo institucional y cultural, pero se trata principalmente de bienes esenciales para la vida cotidiana de la Iglesia en China. Pienso, por ejemplo, en la vigencia de los sacramentos celebrados y en la certeza de que millones de fieles chinos puedan vivir su fe en plena comunión católica, sin ser sospechosos de no ser ciudadanos leales a su país”.

Hacia el futuro el cardenal Parolin destacó que “están en marcha” otros procedimientos de ordenaciones de obispos, también diócesis “en camino hacia la reconciliación” y diócesis “en las que, a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad, no es posible tener un diálogo fructífero con las autoridades locales”. 

“Esperamos sinceramente, dijo el purpurado, que en los próximos dos años podamos seguir identificando, según el procedimiento establecido, buenos candidatos al episcopado para la Iglesia en China. Evidentemente, no ocultamos las numerosas dificultades que afectan a la vida concreta de las comunidades católicas, en las que ponemos nuestra máxima atención. 

“A la luz de una gran confianza en la Providencia de Dios y consolados también por los sufrimientos y los luminosos testimonios de muchos cristianos chinos, los sumos pontífices de nuestro tiempo (San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco), decidieron emprender y continuar, más allá de toda oposición, el camino del diálogo constructivo con China, en el que se establece el Acuerdo provisional para el nombramiento de obispos ocupa una parte limitada pero significativa. El objetivo último de este camino es que el "pequeño rebaño" de católicos chinos avance en la posibilidad de vivir una vida cristiana pacífica y libre, hecha de anuncio del Evangelio, formación sólida, celebración gozosa de la Eucaristía y testimonio activo de caridad, para estar cerca de quienes tienen más dificultades para afrontar la vida, como sucedió durante los tiempos difíciles de la pandemia”.