Antes de acudir a este encuentro, en la residencia donde está alojado el Papa Francisco recibió la visita de Hamad bin Isa Al Khalifa, Rey de Bahrein, a quien tuvo la oportunidad de agradecer la cálida acogida que le brindó el país.

Más de 2.000 jóvenes, entre ellos musulmanes, recibieron al Papa Francisco en esta escuela, dirigida por las Hermanas Carmelitas Apostólicas desde 2003.

Tras la bienvenida al ritmo de bailes populares y escuchar los testimonios de algunos jóvenes, el Papa Francisco destacó que los jóvenes “no tienen miedo de enfrentarse, dialogar, ‘hacer ruido’ y mezclarse con los demás, convirtiéndose en la base de una sociedad amiga y solidaria”. 

“Esto es fundamental en los contextos complejos y plurales en los que vivimos; derribar algunas barreras para inaugurar un mundo más conforme al hombre, más fraternal, aun cuando esto suponga enfrentar muchos retos”. 

A este respecto, tomando como referencia los testimonios y sus preguntas de los jóvenes, el Papa propuso “tres pequeñas invitaciones” para animarlos: 

Abrazar la cultura del cuidado

El Papa Francisco pidió a los jóvenes que no olviden de cuidarse “primero a ustedes mismos, no tanto del exterior, sino del interior, la parte más oculta y preciosa de ustedes. ¿Cuál es? El alma, el corazón. ¿Y cómo se hace para cuidar el corazón? Traten de escucharlo en silencio”.

“Que no les pase ser ‘turistas de la vida’, que sólo la miran desde fuera, superficialmente. Y, en silencio, siguiendo el ritmo de vuestro corazón, hablen con Dios”, dijo el Santo Padre.

En esta línea, recordó que el amor “no es una telenovela o una película romántica. Amar es preocuparse por el otro, cuidarlo, ofrecer el propio tiempo y los propios dones a quien lo necesita, arriesgarse para hacer de la vida un regalo que genera ulterior vida”. 

“Son un tesoro, un tesoro único y valioso. Por eso, no encierren su vida en una caja fuerte, pensando que es mejor no hacer ningún esfuerzo porque no ha llegado aún el momento de gastarla”, pidió más tarde.

“Qué hermoso es, en cambio, dejar ahora una buena huella en el camino”, añadió

Sembrar fraternidad

La segunda invitación que hizo el Papa a los jóvenes fue “sembrar fraternidad”. El Papa invitó a los presentes a ser “sembradores de fraternidad y cosechadores de futuro, porque el mundo sólo tendrá futuro en la fraternidad. Es una invitación que encuentro en el centro de mi fe”, aseguró. 

Además, señaló que “las palabras no son suficientes, se necesitan gestos concretos realizados en lo cotidiano”.

“Quisiera decirles: aprendan a viajar también dentro de ustedes mismos, amplíen las fronteras interiores, para que se desplomen los prejuicios sobre los demás, se reduzca el espacio de la desconfianza, se derriben los muros del miedo, florezca la amistad fraterna”, dijo más tarde. 

Tomar decisiones en la vida

El Papa recordó a los jóvenes que “no existe una vida sin desafíos que afrontar. Y siempre, frente a un desafío, como ante una encrucijada, es necesario elegir, involucrarse, arriesgarse, decidir”.

“¡Sigan adelante sin miedo, y nunca solos! Dios nunca los deja solos, pero, para darles una mano, espera que se la pidan. Él nos acompaña y nos guía. No con prodigios y milagros, sino hablando delicadamente por medio de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos”, explicó.

El Señor desea iluminar sus inteligencias, -continuó el Papa-, sus sentimientos más íntimos, las aspiraciones que tienen en el corazón, las opiniones que maduran dentro de ustedes”.

“Quiere ayudarlos a distinguir lo que es esencial de lo que es superficial, lo que es bueno de lo que es malo para ustedes y para los demás, lo que es justo de lo que genera injusticia y desorden. Nada de lo que nos sucede le es ajeno a Dios”, defendió.

Asimismo, subrayó que es importante “antes que las opiniones de internet”, buscar “buenos consejeros en la vida, personas sabias y de confianza que puedan orientarlos, ayudarlos”.

“Queridos jóvenes, los necesitamos, necesitamos su creatividad, sus sueños y su valentía, su simpatía y sus sonrisas, su alegría contagiosa y también esa pizca de locura que ustedes saben llevar a cada situación, y que ayuda a salir del sopor de la rutina y de los esquemas repetitivos en los que a veces encasillamos la vida”. 

“Como Papa quiero decirles: la Iglesia está con ustedes y los necesita, a cada uno de ustedes, para rejuvenecer, explorar nuevos senderos, experimentar nuevos lenguajes, volverse más alegre y acogedora”, dijo más tarde.

¡No pierdan nunca la valentía de soñar y de vivir en grande! Aprópiense de la cultura del cuidado y difúndanla; sean campeones de fraternidad; afronten los desafíos de la vida dejándose orientar por la creatividad fiel de Dios y por buenos consejeros”, concluyó.