En una entrevista concedida al diario español ABC y publicada en la madrugada del domingo en España, el Santo Padre respondió a la pregunta de qué ocurriría “si un pontífice queda repentinamente impedido por problemas de salud o accidente”. Francisco confesó por primera vez que en caso de no poder seguir gobernando la Iglesia Católica ya dejó firmada su renuncia y se la entregó al entonces secretario de Estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, casi al inicio de su pontificado.

“Yo la firmé y le dije: En caso de impedimento por cuestiones médicas o qué sé yo, acá está mi renuncia. Ya la tienen. No sé a quién se la habrá dado el cardenal Bertone, pero se la di cuando era secretario de Estado”, precisó el pontífice durante la entrevista.

En cualquier caso, el obispo de Roma aclaró que no es el primero en hacerlo, ya que Pablo VI y Pío XII hicieron lo propio en el pasado. No obstante, esta renuncia no parece que se vislumbre a medio plazo, ya que el Santo Padre aseguró en la charla con la cabecera que sus problemas de rodilla mejoran progresivamente y mostró su satisfacción por tomar la decisión correcta de no pasar por quirófano: “Ya estoy caminando, la decisión de no operarme resultó buena”.

En el avance publicado por ABC este sábado, el Papa hizo referencia a estos problemas de rodilla que le obligaban a desplazarse en silla de ruedas, una realidad que no ha sido un impedimento para seguir al frente de la Iglesia Católica: “Es que se gobierna con la cabeza, no con la rodilla”, expresó.

Los abusos en la Iglesia
Uno de los asuntos que más preocupan a la Iglesia de todo el mundo son los casos de abusos que se han producido en el seno eclesiástico en décadas anteriores. Una cuestión que Francisco no duda en calificar como “muy dolorosa”.

“Son personas destruidas por quien tenía que haberlas ayudado a madurar y a crecer. Eso es muy duro. Aunque hubiera un solo caso, es monstruoso que la persona que te tiene que llevar a Dios te destruya en el camino. Y sobre esto no hay negociación posible”, afirmó con contundencia en la charla con ABC.

Para Francisco, la Iglesia está en el buen camino en la persecución de los casos de abusos. Asegura desconocer si recibirán el perdón de las víctimas o personas que se han visto decepcionadas por estos comportamientos inadecuados, pero ha precisado que “hay que interpretar los problemas con la hermenéutica de su época. Como hacemos con la esclavitud. En aquella época discutían sobre si los esclavos tenían alma o no tenían alma. Es injusto juzgar una situación antigua con la hermenéutica de hoy. La hermenéutica de antes era esconder todo, como por desgracia ahora se hace en algunos sectores de la sociedad, como las familias y los barrios”, aclaró.

Asimismo, puntualizó que las estadísticas revelan que entre el 42 y el 46% de los abusos se producen en ámbito familiar o barrial, y se tapan: “Nosotros hacíamos lo mismo hasta que saltaron los escándalos en Boston en torno a 2002. ¿Por qué? Mi explicación es esta: no hay fuerza suficiente para encararlos. Ojo, comprendo que no sepan cómo encararlos, pero no los justifico. Primero la Iglesia los tapaba, luego tuvo la gracia de ampliar la mirada y de decir 'no', hasta las últimas consecuencias”.

Además, calificó de “positivo” que la sociedad se escandalice por los casos de abusos, ya que esto conlleva querer actuar para evitar que se vuelvan a repetir: “No me asusta. Si la fe se tambalea es porque está viva. Si no, no sentirías nada”, apuntó.

Su relación con Benedicto XVI
Sobre sus diez años de pontificado que se cumplirán el próximo mes de marzo tras la renuncia de Benedicto XVI como sucesor de Pedro, el Papa Francisco afirmó que visita con frecuencia a su antecesor. Encuentros, apunta, de los que sale “edificado de su mirada transparente”.

Asimismo, Francisco señaló que Joseph Ratzinger mantiene algunos de los rasgos de personalidad que siempre lo han definido como persona: “Tiene buen humor, está lúcido, muy vivo, habla bajito, pero te sigue la conversación. Me admira su inteligencia. Es un grande”, elogia Francisco al papa emérito, a quien califica como “un santo, un hombre de alta vida espiritual”.