El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, comenzó su reflexión para el cuarto domingo de Adviento recordando que el Evangelio “presenta la anunciación a José, Jesús necesitaba un Padre, padre es el que da seguridad, padre es el que cuida y en este caso especialmente José que va a representar para Jesús al Padre del cielo; él es el primero que le habla a Jesús de su padre, representa para él su figura”.

“José se destaca notablemente por ser acogedor de la realidad, no puede explicarla porque no la entiende, pero no se queda ni en la ira, ni en la decepción, ni en la queja, sino que asume la vida como viene; él se da cuenta por la fe que tiene que decir que sí, que tiene que abrazar esa realidad llena de amor por la cual Dios quiere hacer entrar a su hijo al mundo y él es un instrumento que va a permitir también que Jesús entre en este mundo”.

El prelado sanisidrense subrayó que “el verdadero padre es el que se acerca al movimiento de otro ser, no para retenerlo en el movimiento propio sino para ayudarlo a ser sí mismo”.

“Esta es la educación en la libertad y eso es lo que José es para Jesús; va a respetar profundamente el misterio de su hijo y va a obedecer muchas veces sin entender, en este caso enamorado de María, le cree a ella, confía en ella y la acompaña; luego va a tener que ir al exilio y va a aceptar ir al exilio; va a volver a Nazaret, va a acompañar a Jesús en su crecimiento, en su madurez y no va a entender tampoco el episodio del templo donde el hijo le dice que debe ocuparse de las cosas de su Padre y no de las él”.

En el final de la reflexión, monseñor Ojea le pidió a san José: “Regálanos esa fe, esa confianza, que desde tu silencio hizo posible la aceptación de este misterio grande de que Jesús esté con nosotros; sin vos tampoco hubiera sido posible”.