“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo”, expresó el papa Francisco en la audiencia general de este miércoles, 18 de enero, continuando el ciclo de catequesis que abrió la semana pasada sobre la pasión de evangelizar y el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy el Santo Padre reflexionó de modo particular sobre el “modelo insuperable del anuncio: Jesús”.

El hecho de que Jesús sea "la Palabra", explicó el Papa a los fieles y peregrinos en el Aula Pablo VI, nos indica que Él "está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación, en salida. En efecto, la palabra existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, la Palabra eterna del Padre comunicada a nosotros. Cristo no sólo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un mensaje: es decir, vive siempre vuelto hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que lo envió y mirándonos a nosotros a quienes fue enviado".

Y agregó Francisco: Jesús tiene "intimidad con el Padre, oración" y "todas las decisiones y elecciones importantes se hacen después de haber rezado. En esta relación, en la oración que lo une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque está en misión por nosotros, enviado por el Padre". 

Jesús “nos ofrece la clave de su acción en el mundo: darse a sí mismo por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancia, en total participación de vida”. 

"Hablando de su misión, Jesús dirá que no vino 'a ser servido, sino a servir y a dar la vida'". Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada a anunciar el Reino de Dios y a se dedica a las personas, especialmente a los más pobres y frágiles, a los pecadores ya los enfermos.

Jesús nos ofrece su imagen, "su camino de vida", hablándose de sí mismo como el buen Pastor, el que "da su vida por las ovejas".

Efectivamente, ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho esfuerzo; era una verdadera forma de vida: las 24 horas del día, vivir con el rebaño, acompañarlo al pasto, dormir entre las ovejas, cuidar de las más débiles. En resumen, Jesús no hace nada por nosotros, sino que da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral. Él es un pastor con todos nosotros”.

“Para resumir en una palabra la acción de la Iglesia, se usa a menudo el término “pastoral”. Y para evaluar nuestra atención pastoral, debemos confrontar el modelo, Jesús Buen Pastor”. "Quien está con Jesús descubre que su corazón pastoral late siempre por los que están perdidos, descarriados, lejos. ¿Y el nuestro?", interrogó seguidamente el Papa, recordando que a menudo tomamos una actitud extraña "con quién es un poco difícil o quién es un poco difícil para nosotros. Jesús nunca hizo eso, nunca. Él sale al encuentro de todos, los marginados, pecadores. Se le acusó de esto: de estar con los pecadores, porque trajo la salvación de Dios a los pecadores".

Francisco dijo entonces que "si queremos entrenar nuestro celo apostólico", debemos recordar siempre la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 de Lucas. “Allí podemos entender lo que es el celo apostólico”. En esta parábola "descubrimos que Dios no mira el redil de sus ovejas, ni las amenaza para que no se vayan. Al contrario, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que va en su busca, no dice: “Se fue, es culpa de ella, es problema tuyo”.

“El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Es el celo de Dios”, subrayó el Papa este miércoles.

“¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo para que los otros sean “de los nuestros”, sino de amar para que sean hijos felices de Dios”. 

“Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral. Porque, sin este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos”, concluyó el Santo Padre su catequesis, la segunda sobre la pasión de evangelizar.