El papa Francisco celebró la misa por la Paz y la Justicia en el Aeropuerto N'dolo, en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, este miércoles 1 de febrero por la mañana, como parte de su 40º Viaje Apostólico Internacional. Cerca de un millón de fieles participaron en la celebración eucarística celebrada con el rito zaireño del Misal Romano. 

Muchos de los congoleños pasaron la noche en los amplios terrenos del aeropuerto Ndolo de Kinsasa y pasaron las horas previas a la llegada de Francisco entre canciones, bailes y expectación por la primera visita papal al país, de abrumadora mayoría cristiana, desde el último viaje de San Juan Pablo II en 1985.

La gente recibió con grandes vítores a Francisco, que hizo un lento recorrido por el lugar en su papamóvil descubierto. Algunos corrieron junto al vehículo u ondeaban banderas. Muchas de las mujeres vestían faldas y vestidos de pagne, una tela con estampado de cera, con símbolos religiosos o la imagen del papa.

Francisco pronunció la palabra Esengo que significa alegría, expresando la inmensa alegría de ver y encontrar a los congoleños. "He anhelado este momento. Gracias por venir aquí", dijo.

En la homilía, el Papa reflexionó sobre el Evangelio que se acababa de leer, destacando que “la alegría de los discípulos también fue grande en la tarde de Pascua, y que esta alegría brotó cuando ‘vieron al Señor’. ¡La paz sea con ustedes!”.

Según el Papa, “es un saludo, pero es más que un saludo: es un don. Porque la paz, la paz anunciada por los ángeles en la noche de Belén, la paz que Jesús prometió dejar a sus seguidores, es ahora por primera vez, solemnemente entregado a los discípulos. Jesús, anuncia la paz mientras en el corazón de los discípulos hay escombros, anuncia la vida mientras sienten dentro la muerte. Esto, es lo que hace el Señor: nos sorprende, nos extiende su mano a nosotros cuando estamos a punto de hundirnos, nos levanta cuando tocamos fondo".

Como Jesús anuncia la paz, “nosotros estamos llamados a hacer nuestro y proclamar al mundo este anuncio profético e inesperado de la paz”.

Perdón, comunidad y misión
Para “conservar y cultivar la paz de Jesús”, el Papa recordó que es el mismo Jesús que señala tres fuentes de paz: “El perdón, la comunidad y la misión”. Sobre la primera fuente, Francisco remarcó que “el perdón nace de las heridas”: “Nace cuando las heridas sufridas no dejan cicatrices de odio, sino que se convierten en un lugar para hacer sitio a los demás y acoger sus debilidades. Entonces las fragilidades se convierten en oportunidades y el perdón en el camino hacia la paz. No se trata de dejarlo todo atrás como si nada hubiera sucedido, sino de abrir a los demás con amor el corazón”.

Refiriéndose a las heridas del país, “continuamente infectadas por el odio y la violencia”, el Papa subrayó que “Jesús sufre contigo, ve las heridas que llevas dentro y desea consolarte y sanarte, ofreciéndote su corazón herido”.

“Que sea el momento oportuno para ti, que en este país te dices cristiano, pero cometes actos de violencia; a ti el Señor te dice: “Deja las armas, abraza la misericordia”. Y a todos los lastimados y oprimidos de este pueblo les dice: “No teman poner sus heridas en las mías, sus llagas en mis llagas”. Hagámoslo, hermanos y hermanas. No tengan miedo de quitarse el Crucifijo del cuello y de los bolsillos, de tomarlo entre las manos y llevarlo junto al corazón para compartir sus llagas con las de Jesús”, dijo el Papa durante la homilía.

Tras reflexionar sobre el perdón, el Papa dedicó unas palabras a la segunda fuente de paz: la comunidad: “No hay cristianismo sin comunidad, como no hay paz sin fraternidad”. Como sucedió con los primeros cristianos, Francisco ha admitido que también para nosotros existe un riesgo, “caminar por cuenta propia, buscando en la sociedad, y también en la Iglesia, el poder, la carrera, las ambiciones”.

Mirar a los pobres
¿Cuál es el camino para no caer en las trampas del poder y del dinero, para no ceder a las divisiones, a las seducciones del carrerismo que corroen a la comunidad? Para el Papa, “el camino es compartir con los pobres. Este es el mejor antídoto contra la tentación de dividirnos y mundanizarnos. Tener el valor de mirar a los pobres y escucharlos, porque son miembros de nuestra comunidad y no extraños a los que hay que eliminar de la vista y de la conciencia”.

Por último, el Papa reflexionó sobre la tercera fuente de paz: la misión. “Estamos llamados a ser misioneros de paz, y esto nos dará paz”, subrayó Francisco.

Esta decisión, ser misioneros de paz, nos hará “creer que las diferencias étnicas, regionales, sociales y religiosas vienen después y no son obstáculos; que los demás son hermanos y hermanas, miembros de la misma comunidad humana; que cada uno es destinatario de la paz que Jesús ha traído al mundo. Es creer que los cristianos estamos llamados a colaborar con todos, a romper el ciclo de la violencia, a desmantelar las tramas del odio”.

Al final de la homilía, el Papa pidió dejar que las palabras, “la paz esté con ustedes”, entren en cada familia, comunidad, grupo étnico, barrio y ciudad de este gran país: “Escuchémosle dirigidas a nosotros y decidamos ser testigos de perdón, protagonistas en la comunidad, personas en misión de paz en el mundo”.