El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, presidió este lunes 13 de marzo en la catedral metropolitana la misa por el 10° aniversario de la elección del papa Francisco como sucesor de Pedro. 

Concelebraron junto al cardenal Poli el nuncio apostólico en la Argentina, monseñor Miroslaw Adamczyk; los obispos auxiliares de Buenos Aires monseñor Enrique Eguía Seguí; monseñor Ernesto Giobando SJ; monseñor Juan Carlos Ares; monseñor Alejandro Daniel Giorgi y monseñor Gustavo Oscar Carrara; el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez; el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Nicolás Baisi; el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Marcelo Julián Margni; el obispo auxiliar de La Plata monseñor Jorge Esteban González y el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Ignacio Damián Medina.

También lo hicieron el consejero de la Nunciatura, monseñor Daniele Liessi; el rector de la Catedral, presbítero Alejandro Russo; el capellán de la Policía Federal, presbítero Damián de Campos; el vicario de la prelatura del Opus Dei para la Argentina, presbítero Juan Lavallol; el superior provincial de los franciscanos, padre Emilio Andrada OFM, junto con varios sacerdotes del clero local y castrense.

Participaron de la celebración eucarística religiosas de distintas congregaciones, así como miembros de diversas comunidades parroquiales. Hubo una delegación de la Policía Federal.

En la homilía, el arzobispo de Buenos Aires expresó: “En este nuevo aniversario de su elección como sucesor de Pedro, nos unimos fervorosamente a toda la Iglesia para rezar por el papa Francisco, y deseamos renovar nuestra fidelidad a quien carga sobre sus hombros de buen pastor la comunidad universal de fieles”.

“La Iglesia que peregrina en la Argentina manifiesta una gran alegría por el singular vínculo afectivo que nos une al Vicario de Cristo, quien fuera nuestro Cardenal Bergoglio por más de 15 años”, agregó.

Cursando el décimo año de su pontificado, dijo, “el papa Francisco continúa entregándonos un magisterio doctrinal y pastoral acorde con el espíritu y la letra del Concilio Vaticano II y en continuidad con los grandes documentos pontificios que le precedieron. Él nos ha acostumbrado a que toda reflexión tenga su punto de partida en la Sagrada Escritura, la que encuentra su plenitud en el Evangelio de Jesús, fuente inagotable de sabiduría divina”.

El cardenal Poli recordó la primera encíclica del Santo Padre, Lumen fidei, “redactada a cuatro manos con el papa Benedicto XVI, recientemente fallecido. Francisco, consciente de la tarea confiada al sucesor de Pedro, nos decía: ‘Ayer, hoy y siempre, está llamado a confirmar a sus hermanos en el inconmensurable tesoro de la fe, que Dios da como luz sobre el camino de todo hombre’”. 

Seguidamente, recordó la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. “En ella, el Papa expresó: ‘Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto-preservación’”. El cardenal subrayó: “La letra, el espíritu y el carisma de ese documento gestaron un renovado impulso misionero e inspiraron muchísimas iniciativas pastorales en todo el mundo, haciéndose eco de su deseo de una Iglesia en salida. La proyección de esa exhortación abrió y sigue abriendo nuevos caminos para la evangelización”.

Luego, se refirió a los dos sínodos dedicados a dos prioridades pastorales en el corazón del papa Francisco: la familia y los jóvenes. “En esas asambleas sinodales, la nota descollante fue la participación de los laicos, cuyas voces e inspirados aportes se vieron reflejados en los documentos postsinodales sobre el amor en la familia, y el dirigido a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios”, manifestó.

Por otra parte, el arzobispo de Buenos Aires destacó del Santo Padre “su mirada sensible sobre la realidad social”, y también su preocupación por los jóvenes de todo el mundo, a quienes les brindó siempre palabras y gestos de cercanía.

Además, subrayó, “cómo no recordar con alegría y gratitud cuando el Santo Padre abrió las puertas del Jubileo Extraordinario de la Misericordia y nos hizo vivir un año de gracia y consuelo, proclamando que ‘desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia'".

Además, mencionó las encíclicas Laudato Sì, sobre el cuidado de la Casa Común, y Fratelli tutti, sobre la Fraternidad y la Amistad Social, seguidas del mensaje ecuménico para la protección de la Creación, en comunión con su Santidad Bartolomé I y el arzobispo anglicano Justin Welby, junto con el documento interreligioso firmado en Abu Dabi con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, y la celebración del sínodo de la Amazonía con la exhortación apostólica Querida Amazonía, facilitando “puentes de diálogo y reflexión con pueblos, culturas, y con hombres de la ciencia y la política”.

Además, el cardenal Poli enfatizó que el magisterio social de Francisco “propone la toma de conciencia de ser corresponsables de la Casa Común, supone una nueva mirada sobre la creación desde una ecología integral, cuidando a los pobres que son los más perjudicados por el atropello y expoliación de los recursos naturales, junto a las nuevas categorías de fraternidad y solidaridad”.

“Son los aportes de su pensamiento en orden a un nuevo humanismo integral que vuelva a poner en el centro del universo a la persona”, agregó.

También dijo que el obispo de Roma abordó un desafío que lo “apasiona, y su magisterio nos ha dado sólidos lineamientos para pensar y actuar en un Pacto Educativo Global, con la esperanza de aspirar a un acuerdo que haga realidad un renovado ‘humanismo solidario, que responda a las esperanzas del ser humano y al diseño de Dios’”.

Luego dijo que “guiado por la lógica del Evangelio, que nos presenta a un Buen Pastor de cien ovejas, el Papa nos invitó varias veces a tener una mirada amplia ante la marginalidad y compleja diversidad que vivimos, porque como lo ha dicho en estos días: ‘Jesús los quiere a todos adentro’”.

Sobre el final de la homilía, el cardenal dijo que “asistido por el Espíritu Santo, aun con limitaciones en su movilidad”, el papa Francisco “sigue trabajando por una Iglesia sinodal, que viva una auténtica comunión, invite a la participación plena de sus hijos y recobre ‘la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas’”.

“Hoy, desde su Patria, lo seguimos encomendando a Nuestra Madre del Buen Aire y a su Padre San José; por eso quisimos celebrar en esta catedral, su cátedra, desde donde nos dejó gestos y palabras que guardamos en la memoria y en el corazón”, concluyó.

Al finalizar la homilía, exclamó "¡Viva Jesús!", "¡Viva María!", "¡Viva el Papa!", lo que fue coreado por los asistentes.

Siete concelebrantes distribuyeron la comunión. Antes de dar la bendición final, el arzobispo agradeció a los presentes y a quienes siguieron la celebración por televisión y por redes sociales este gesto de cercanía y de afecto con el Santo Padre.