El relato corresponde a la resurrección de Lázaro, primicia de la resurrección de Jesús y, en consecuencia, de la “resurrección del último día” (Jn 11, 24).

El Señor, quien hacía poco había abierto los ojos a un ciego de nacimiento, va al encuentro del hermano de Marta y María, Lázaro, su amigo cercano, quien está gravemente enfermo. El Evangelio es muy claro en señalar cuánto amaba Jesús a estos tres (Jn 11, 5).

Sin embargo, para desconcierto de muchos, Jesús “ha llegado tarde”: la muerte se ha llevado al amigo hace cuatro días y parece que no hay nada más que hacer sino llorar.

Precisamente, Jesús llora conmovido por el dolor de aquellos a quienes tanto ama.

Al final, lo dicho por el Maestro a los discípulos antes de regresar a Judea habría de cumplirse con creces. Había dicho Jesús: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (Jn 11, 4).

A continuación puedes leer el texto del Evangelio, tanto en la versión completa como en la versión breve. Además ponemos a tu disposición la homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Mons. Felipe Bacarreza Rodríguez:

Evangelio del día: (Jn 11, 1-45)

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”.

Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: “Vayamos otra vez a Judea”. Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?” Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz”.

Dijo esto y luego añadió: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”. Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean. Ahora, vamos allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: “Vayamos también nosotros, para morir con él”.