Los obispos de la Región Patagónica firmaron un mensaje pascual conjunto, en el que expresan su deseo de que el pueblo argentino pueda soñar y caminar en la esperanza en este año electoral, en el que se cumplen cuatro décadas de democracia ininterrumpida en el país.

“Algo hay oculto en la fibra de nuestro ‘ser argentino’ que nos anima a soñar esa ´posibilidad´. Una muestra ha sido ‘el triunfo del Mundial y la ya famosa Scaloneta’. Por un momento, un día o varios, sentirnos pueblo unido sin grietas, con un solo color, el de la celeste y blanca, sin partidismos e ideologías que nos fragmentan, confrontan y violentan. Por un momento respiramos ‘el gusto espiritual de ser pueblo’, al decir del papa Francisco. Reconocernos cercanos y hermanos, bajo un mismo sentir y una misma pasión, haber sufrido juntos (y vaya si lo sufrimos desde el comienzo hasta el final). Hay una identidad profunda que esconde una fuerza de unidad, de bien común, de alegría compartida, de gratuidad, ¿cómo no aprovecharla?”, plantean en el texto.

Tras recordar que Benedicto XVI decía: “La ‘ciudad del hombre’ no se promueve solo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión’”, citan la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en la que el papa Francisco sostiene: “Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras, tarde o temprano, se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces”.

“Cuarenta años de democracia no han sido fáciles: tiempos de celebraciones y festejos, encuentros y desencuentros, de quejas, desconfianzas y enojos, conflictos, sufrimientos, crisis, divisiones y enfermedades. Y como ese pueblo que caminó en el desierto en busca de una tierra que ‘manaba leche y miel‘ y perdía muchas veces el entusiasmo, la credibilidad en el Dios que buscaba su bien, haciéndose un Dios a su medida, idolatrando el famoso becerro de oro, también nosotros como pueblo pasamos por estas tentaciones y oscuridades. Pero como ellos, solo caminando juntos, escuchando más hondo al Dios que los guiaba, llegaron a su tierra”, comparan.

“Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza, y no nos faltará su ayuda para cumplir la misión que nos encomienda. Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Es verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que, en medio de la oscuridad, siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto… Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas formas, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrección”, destacan.

“Cada uno de nosotros, podemos ser protagonistas de una fuerza de vida. No nos dejemos robar la esperanza, ni tampoco nuestra historia, nuestras raíces y principios, nuestra cultura, nuestros bienes comunes. Que nos animemos a pasar del simple deseo de ser Nación, a construir la Nación que queremos. Y quienes acudamos a las urnas en este año, aspiremos a ser ciudadanos responsables de cumplir los propios deberes, al mismo tiempo que reclamamos los propios derechos”, exhortan, y completan: “Respetuosos del vecino, optando siempre por la no violencia, capaces de realizar bien el propio trabajo, contribuyentes honestos de tributos y servicios, exigentes de la buena administración de los mismos, incapaces de doblegarnos ante las dádivas partidarias, incrédulos ante las vanas promesas de los políticos, críticos de nosotros mismos y de las autoridades que elijamos”.

Los obispos patagónicos exclaman: “¡Cuánto por construir aún!”, y sostienen que “la fe en el Señor Resucitado, presente y vivo entre nosotros, no nos deja bajar los brazos”. 

“Que María Auxiliadora, patrona de nuestra Patagonia, siempre cerca, que camina con nosotros, lucha con nosotros, nos ayude a comprender la fuerza del Amor de Dios”, concluyen.

Firman los obispos Alejandro Pablo Benna (Alto Valle del Río Negro), Fernando Matín Croxatto (Neuquén), Jorge Ignacio García Cuerva (Río Gallegos), Joaquín Vicente Gimeno Lahoz (Comodoro Rivadavia), Esteban María Laxague SDB (Viedma), José Slaby CSsR (Esquel), Roberto Pío Álvarez (auxiliar de Comodoro Rivadavia), Fabián González Balsa (auxiliar de Río Gallegos), Virginio Domingo Bressanelli SCJd (emérito de Neuquén), Néstor Horacio Navarro (emérito de Alto Valle del Río Negro)y Juan Carlos Romanín SDB (emérito de Río Gallegos), además del sacerdote Jan Branco (administrador diocesano de San Carlos de Bariloche).