Numerosas familias, niños, niñas y mujeres y hombres de todas las edades acompañaron este Viernes Santo el tradicional Viacrucis en la Ciudad, que se realizó a lo largo de la Avenida de Mayo y encabezó el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli.

Además del purpurado porteño -que llevó la cruz durante gran parte del trayecto- participaron de la recreación de las catorce estaciones de la vía dolorosa de Jesús, los obispos auxiliares de Buenos Aires, monseñor Enrique Eguía Seguí y José María Baliña.

"Te adoramos Cristo y te bendecimos", cantaban los participantes de esta recreación de la vía dolorosa de Jesús de la que el hoy papa Francisco participaba desde 2005.

Para recordar los pasos de Jesús hacia la cruz, gran cantidad de fieles se reunieron en la intercesión de la Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen para caminar unidos en oración hacia la catedral metropolitana.

Al llegar a la Plaza de Mayo, la comunidad de fieles dio vuelta alrededor de este histórico paseo público hasta llegar a la templo mayor porteño, donde monseñor Baliña reflexionó acerca de la importancia de “acompañarnos unos a otros, cómo nos acompaña Jesús”.

Monseñor Baliña invitó luego a los fieles a ingresar a la catedral para rezar junto a la imagen del Cristo yaciente. 

En el interior de la catedral, el cardenal Poli rezó especialmente por el papa Francisco, sus intenciones y deseos. Destacando la preocupación del pontífice por la paz, el cese de la guerra, el hambre y la angustia de quienes más sufren.

Para finalizar, el arzobispo de Buenos Aires encomendó al Papa al cuidado de la Virgen Dolorosa. 

“Convencidos en que las promesas de Cristo se cumplen”, el cardenal Poli invitó a adorar al Señor muerto y resucitado por la salvación del mundo.

El Viacrucis de la Ciudad fue presidida por el Cristo del Buen Amor y la imagen de la Virgen Dolorosa, que se venera en la catedral primada desde 1870.

Además, los fieles llevaron en andas una cruz penitencial de 15 metros de largo, y un peso de 130 kilos, como una expresión de solidaridad a Jesús y muestra de sacrificio, a la que se le sumó como en años anteriores, una cruz con 140 luces, y la cruz penitencial para los niños.

De la peregrinación también participó El Nazareno de Mama Antula, una de las imágenes de vestir más antiguas de la Ciudad.