Cientos de personas se congregaron en la tarde del miércoles 10 de mayo en Puerto Iguazú para conmemorar los 397 años de la fundación de Santa María del Yguazú, la primera misión jesuítica.

La celebración, que fue encabezada por el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Nicolás Baisi, y concelebrada por los obispos de Ciudad del Este, monseñor Guillermo Steckling, y el obispo de Foz Do Iguazú, monseñor Sergio de Jesús Borges. Participó el gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad; el intendente de Puerto Iguazú, Claudio Filippa y numerosos feligreses de parroquias vecinas y localidades aledañas, quienes se sumaron a la iniciativa para honrar la memoria de los padres jesuitas que fundaron la misión Santa María del Yguazú en cercanías de las cataratas.

La peregrinación náutica que tuvo lugar en el río Iguazú fue una muestra de fe y esperanza, donde se entonaron cantos religiosos y se elevaron oraciones por la paz y la fraternidad entre las naciones.

Durante la ceremonia se hizo hincapié en la importancia de acercarse a Jesús, tal como lo enseñaran las misiones jesuíticas en la época colonial. El pedido de paz y de fraternidad también fue un llamado a la unidad.

“Hicimos una oración en la triple frontera en portugués, guaraní y castellano”, contó monseñor Baisi, quien relató: “Pedimos por la paz para todos, porque todos podamos acercarnos más a Jesús, que por eso vinieron las misiones jesuíticas. También pedimos por la fraternidad, porque este es un lugar especial de fraternidad donde tres naciones son de algún modo una, porque somos todos hermanos y queremos dar ese signo de unidad”.

“La Iglesia acá supera las fronteras y de hecho, cuando vinieron los jesuitas, esto era todo una gran nación. Esa dimensión de unidad en la triple frontera creo que es muy importante tenerla presente”, añadió.

La presencia de los obispos de Ciudad del Este y Foz Do Iguazú resaltó la importancia que tiene la Iglesia católica en ese lugar, convirtiéndose una vez más en un factor de unión y esperanza para las diferentes comunidades que habitan en la región. Un legado histórico que perdura en el tiempo y que sigue siendo fuente de inspiración para miles de personas que buscan la paz y la fraternidad entre los pueblos.

“La gente vino con mucho fervor, con mucha alegría, la peregrinación ha sido muy linda de espiritualidad de descubrir nuestras raíces, de profundizar ese ser iguazuenses y de ser católicos”, concluyó el prelado.