La Iglesia tendrá pronto un nuevo beato, el sacerdote de Piacenza Giuseppe Beotti, asesinado por los nazis el 20 de julio de 1944. Durante la audiencia de hoy con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Papa Francisco autorizó la promulgación del Decreto de reconocimiento de su martirio.

También se reconocieron las virtudes heroicas de 8 Siervos de Dios que se convierten así en Venerables: se trata de dos sacerdotes: el camerunés Simon Mpeke y el español Pedro de la Virgen del Carmen; dos religiosas: la brasileña Tereza Margarida do Coração de Maria y la italiana Edda Roda; y cuatro laicos: el joven seminarista brasileño Guido Vidal França Schäffer; el catequista italiano Arnaldo Canepa; y otras dos italianas, María Cristina Ogier y, Lorena D'Alessandro, fallecida de cáncer a temprana edad.

Ayuda para los que huyen del nazismo

Giuseppe Beotti nació en 1912 en el seno de una familia de agricultores y fue nombrado sacerdote diocesano el 2 de abril de 1938. Enseguida se distinguió por su asidua labor caritativa en favor de los necesitados y su compromiso con la educación de los jóvenes. Ofreció su ayuda a todos: partisanos, judíos, soldados, heridos. Durante la ocupación alemana, defendió los derechos de sus feligreses, por lo que fue objeto de un proceso penal que acabó en nulidad.

Acogió y rescató a soldados que huían, a prisioneros que escapaban de las guerras, a perseguidos, entre ellos un centenar de judíos a los que escondió en casas de campo con la ayuda de sus feligreses. Ante el peligro de las redadas y represalias nazis, no huyó, sino que siguió siendo un punto de referencia en su iglesia de Sidolo, en la provincia de Parma, asiduo a la oración. Fue detenido y fusilado el 20 de julio de 1944 en Sidolo, junto con un sacerdote y un seminarista que se habían refugiado con él en la iglesia.  Su asesinato estuvo motivado por el odio de los nazis a los transgresores de su criminal ley antisemita.

El Evangelio en la escuela y entre los enfermos

Formado por los escolapios primero en la escuela del beato Manuel Segura, mártir de la persecución religiosa en España, y después en la del beato Faustino Oteiza. Pedro de la Virgen del Carmen, sacerdote de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, vivió en el país ibérico entre 1913 y 1983. Enviado al frente como capellán militar, permaneció allí hasta el final de la guerra. De regreso a Zaragoza vivió en profunda unión con el Señor, contemplado en la Eucaristía, desarrollando una intensa actividad en el colegio, visitando enfermos, confesando y en la Conferencia de San Vicente de Paúl. Punto de referencia para sus alumnos, devoto de la Virgen María, fue un auténtico testigo del Evangelio. Su compromiso con la enseñanza fue recompensado con una condecoración civil del Estado. En su juventud sufrió una úlcera de estómago que le causó la muerte en los años ochenta.

Un punto de referencia en la fe

De Brasil llega el testimonio de la Sierva de Dios Tereza Margarida do Coração de Maria, monja de la Orden de las Carmelitas Descalzas que vivió entre 1915 y 2005. En el Carmelo junto al Santuario de Aparecida fue vice-novicia, maestra y subpriora. Junto con siete hermanas fundó un monasterio en Três Pontas, donde se convirtió en punto de referencia para las hermanas y los fieles, que acudían a ella, llamándola Nossa Mãe, en busca de consejo, dirección espiritual y ayuda. Se comprometió a vivir con la Comunidad los decretos del Concilio Vaticano II y se ocupó de la formación bíblica, espiritual y litúrgica de las hermanas. Una enfermedad pulmonar vivida en incansable oración le trajo la muerte.

Testimonio de Jesús entre los enfermos, los jóvenes y en el deporte

El cuidado de enfermos de sida, la ayuda, el servicio médico y la labor de evangelización ofrecidos a los pobres y marginados de las favelas de Río de Janeiro caracterizaron los años de juventud de Guido Vidal França Schäffer, un joven médico nacido en 1974 que en los años noventa, junto con su novia y un sacerdote, puso en marcha el grupo de oración Fogo do Espírito Santo en la parroquia. Más tarde, tras participar en 1997 en el encuentro de familias con motivo de la visita de San Juan Pablo II a Río de Janeiro, y en 2000 durante un viaje a Europa con motivo de la beatificación de protomártires brasileños, decidió ingresar en el seminario.

Paralelamente a sus estudios, Guido se dedicó con entusiasmo a la evangelización y a la práctica médica. Quienes le conocieron recuerdan su profunda amistad con Jesús, su familiaridad con los textos bíblicos y el entusiasmo con que hablaba del Señor. Por amor a Dios, practicaba el ayuno y la penitencia con sencillez y discreción. Incluso cuando daba clases de surf, su deporte favorito, comenzaba su entrenamiento con la oración. En 2009, mientras estaba en el mar, en la playa Recreio dos Bandeirantes de Río de Janeiro, recibió un golpe en la cabeza con su tabla de surf y murió ahogado.