El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe". "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo."

Los objetos de la fe cristiana como la Trinidad están más allá de la naturaleza creada. En cuanto realidades sobrenaturales, no pueden ser conocidas por la razón ni los sentidos, sino que deben ser reveladas por Dios, que es el único que las conoce y comprende. Ese es el motivo por el cual la Trinidad es un misterio.

Sin embargo, se puede razonar los misterios de la fe por analogía con elementos que sí conocemos, y demostrar que no son incompatibles con la razón sino que están más allá de la comprensión natural. Esa posibilidad es la base de varios dogmas que tienen que ver con misterios de la fe que han sido promulgados por la Iglesia a lo largo de los siglos, así como las conclusiones teológicas a las que se ha llegado a través de la razón… todas, fundadas en un acto de fe en la verdad del misterio.

En la Sagrada Escritura, se revela que Dios es Uno y Dios es Trino en cuanto a que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Esta es la fe de la Iglesia desde sus inicios. Con el tiempo, evolucionó un lenguaje teológico, mayormente para excluir errores diversos acerca de la naturaleza de Dios (por ejemplo, tres dioses, o tres modos o aspectos de Dios). Después del fin de la persecución romana en el año 313, la labor teológica de refutar errores respecto de Dios y de Cristo mantendría ocupada a la Iglesia durante los concilios de los siglos IV y V.

Específicamente el término “Trinidad “parece haberse instalado hacia el fin del siglo II. Se encuentra el término expresado en griego, trias, cerca del año 180: en Teófilo de Antioquía, que lo explica con las siguientes palabras: “la Trinidad de Dios (el Padre), el Verbo y su Sabiduría (“Ad. Autol”, II, 15). Tertuliano adoptará el término en latín Trinitas, que en el siglo III se hará conocido.