Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, dedicó su reflexión semanal a la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús, que se celebra este fin de semana, señalando que “su presencia en medio de nosotros y la Palabra que proclamamos en las misas nos recuerda esta enseñanza de Jesús:que Él se entrega como alimento”. 

“No solo como alimento para la vida personal, tuya mía, de nuestra fe, sino también para la vida del mundo, para que tengamos un mundo nuevo y una sociedad nueva, para que podamos de verdad, participando de una misma mesa y un mismo pan, construir una misma familia en la fe”, destacó.

“La presencia real de Jesucristo en la Eucaristía nos muestra este deseo del Señor de querer quedarse en medio de nosotros, de no dejarnos solos y de que podamos realmente, alimentados con Él, movernos, ponernos en camino”, sostuvo.

El arzobispo sanjuanino aseguró que “la Eucaristía nos mueve al amor social, a los pobres”, al recordar que San Pablo “manifestó su enojo y reprendió a los cristianos de Corinto porque ‘cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor, porque apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio’”.

“La comunión Eucarística no es completa si no hay comunión de bienes con los pobres”, subrayó.

Tras advertir que “a veces se corre el riesgo de confinar la Eucaristía a una dimensión vaga, lejana, quizá luminosa y perfumada de incienso, pero lejos de las situaciones difíciles de la vida cotidiana”, afirmó: “En realidad, el Señor se toma en serio todas nuestras necesidades, empezando por las más elementales”.

Monseñor Lozano puso como ejemplo a los discípulos, diciendo: “‘Denles ustedes de comer’, a esa gente que le había escuchado durante la jornada. Nuestra adoración eucarística encuentra su verificación cuando cuidamos del prójimo, como hace Jesús: en torno a nosotros hay hambre de comida, pero también de compañía, hay hambre de consuelo, de amistad, de buen humor, hay hambre de atención, hay hambre de ser evangelizados”.

“Esto encontramos en el Pan eucarístico: la atención de Cristo a nuestras necesidades, y la invitación a hacer lo mismo hacia quien está a nuestro lado. Es necesario ‘comer y dar de comer’”, agregó citando al Papa Francisco.

“Una canción que hace muchos años usamos para rezar en la Iglesia dice: ‘No podemos caminar / con hambre bajo el sol, / danos siempre el mismo pan: / tu Cuerpo y Sangre, Señor’. Este Pan vivo bajado del cielo es el que nos alimenta, nos fortalece. Te invito entonces a que nos podamos acercar a la comunión, acercar a la oración, adorar a Jesús presente en la Eucaristía”, concluyó.