El Papa Francisco recibió este viernes en la Capilla Sixtina a artistas del mundo con motivo de la conmemoración de los 50 años de la inauguración de la Colección de Arte Moderno de los Museos Vaticanos.

"¡Aquí todo es arte, allí, ustedes, todos!", les expresó, y prosiguió: "Los siento aliados en tantas cosas que me importan, como la defensa de la vida humana, la justicia social, los últimos, el cuidado de la casa común, el sentirnos todos hermanos".

Fue el papa Pablo VI, el artífice del primer encuentro con pintores, escultores, arquitectos, escritores, poetas, músicos, directores y actores para renovar la amistad entre la Iglesia y el arte.

“La Iglesia –recordó el Papa– siempre tuvo una relación con los artistas que se puede definir ‘natural y especial’. Se trata de una amistad natural porque el artista toma en serio la profundidad inagotable de la existencia, de la vida y del mundo, incluso con sus contradicciones y sus lados trágicos”.

"El artista recuerda a todos que la dimensión en la que nos movemos es la del Espíritu” observó también el Papa. “Su arte es como una vela que se llena del Espíritu y nos hace seguir adelante. Por ello, la amistad de la Iglesia con el arte es algo natural. Y también es una amistad especial, explicó, por los tramos de historia recorrida juntos, que pertenecen al patrimonio de todos creyentes y no creyentes”.

Continuando su discurso, el Obispo de Roma se remitió a una frase del teólogo italiano Romano Guardini, quien decía que, mientras crea, el artista se parece a un niño y a un vidente. Se sirve de la espontaneidad del niño para moverse en el espacio de la invención, de la novedad, de la creación, y de la agudeza del vidente que capta la realidad. Y recordando palabras de una gran pensadora como Hannah Arendt, afirmó que “lo propio del ser humano es vivir para aportar al mundo la novedad. Ésta es la dimensión de fecundad del hombre, aportar novedad”.

La creatividad del artista parece participar así de la pasión generadora de Dios. Esa pasión con la que Dios nos ha creado. ¡Ustedes son aliados del sueño de Dios! Son ojos que miran y que sueñan. No basta con mirar, hay que soñar.

Y también, al tener la capacidad de soñar nuevas visiones del mundo y de introducir novedad en la historia, el artista también se parece a los videntes.

Llamados a sustraerse de la supuesta belleza artificial
“Son un poco como los profetas", precisó el Santo Padre, y agregó: "Saben mirar las cosas en profundidad y en la distancia, como centinelas que achican los ojos para escrutar el horizonte y sondear la realidad más allá de las apariencias”.

En esto están llamados a sustraerse al poder sugestivo de esa supuesta belleza artificial y superficial tan extendida hoy en día y a menudo cómplice de los mecanismos económicos generadores de desigualdades. Esa belleza no atrae porque es una belleza que nace muerta. Es una belleza ficticia, una belleza cosmética, un maquillaje que esconde en lugar de revelar.

El papel del artista – indicó el pontífice –  es precisamente el contrario: “su arte quiere actuar como conciencia crítica de la sociedad, quitando el velo de la obviedad”, revelando la realidad incluso en sus contradicciones.

Como los profetas bíblicos, utilizando recursos como la ironía y el sentido del humor, los nos ponen de frente a hechos que nos perturban, criticando los falsos mitos de hoy, los nuevos ídolos, los discursos banales y las artimañas del poder, dice el Papa. Y a menudo lo hacen con ironía, una virtud maravillosa, tan presente en la Biblia.

En esto de ser videntes, centinelas, conciencias críticas, los siento aliados en tantas cosas que me importan, como la defensa de la vida humana, la justicia social, los últimos, el cuidado de la casa común, el sentirnos todos hermanos. Me importa la humanidad de la humanidad, esa dimensión humana de la humanidad. Porque es también la gran pasión de Dios.

El arte que transforma y ayuda a ver la belleza que salva
Una de las cosas que vinculan el arte y la fe es el hecho de disturbar un poco: "El arte y la fe no pueden dejar las cosas como están: las cambian, las transforman, las convierten, las mueven. El arte nunca puede ser un anestésico; da paz, pero no adormece las conciencias, las mantiene vigilantes".

Francisco afirma entonces que “nosotros no somos solo luz; ustedes nos lo recuerdan", pero "es necesario arrojar la luz de la esperanza en la oscuridad de lo humano, del individualismo y de la indiferencia. Ayúdennos a vislumbrar la luz, la belleza que salva".

En una época de colonizaciones ideológicas mediáticas y de conflictos lacerantes y de una globalización homologante que convive con tantos localismos cerrados , “los artistas pueden ayudar a dar espacio al Espíritu” asegura el Papa y añade:

Cuando vemos la obra del Espíritu, que es crear armonía de las diferencias, no aniquilarlas, no uniformizarlas, sino armonizarlas, entonces comprendemos lo que es la belleza. La belleza es esa obra del Espíritu que crea armonía.

Por último, el Papa exhortó: "Quisiera pedirles que no olviden a los pobres, que son los preferidos de Cristo, en todas las formas en que uno es pobre hoy en día. Los pobres también necesitan arte y belleza. Algunos experimentan duras formas de privación de la vida; por eso, lo necesitan más. No suelen tener voz para hacerse oír. Pueden hacerse intérpretes de su grito silencioso".

Francisco dio las gracias a los artistas presentes y les manifestó su estima, deseando que sus obras sean dignas de las mujeres y los hombres de esta tierra y den gloria a Dios, que es Padre de todos y a quien todos buscan, también a través del arte.