"La vida espiritual de un sacerdote crece no cuando se guardan las formas y se cosen los remiendos, sino cuando se deja la iniciativa al Espíritu. Dejad la iniciativa al Espíritu: es Él quien realiza la conversión y la armonía en la vida de un sacerdote. La infidelidad no hay que tolerarla, sino sacarla a la luz, a la luz del Espíritu. Sólo Él nos cura de la infidelidad". Así lo ha subrayado el Papa Francisco al reunirse hoy, 24 de junio, en el Vaticano, con los miembros del Capítulo General de los Siervos del Paráclito, una congregación cuyo carisma es estar "al lado de los sacerdotes en dificultad para prestar todo el servicio posible y prudente a los que han recibido el sacramento del Orden".

Compartir el camino de purificación de la Iglesia

La vocación de los Siervos del Paráclito es, pues, ponerse "al servicio de Cristo en sus sacerdotes". "En el momento actual -recordó el Pontífice- esto significa también compartir el particular camino de purificación que la Iglesia está viviendo a causa de los dramas de los abusos". Citando un pasaje del discurso que pronunció el 7 de marzo de 2019 en el encuentro con el clero de Roma, el Papa subrayó también que "el pecado nos desfigura, y experimentamos dolorosamente su humillación cuando nosotros mismos o alguno de nuestros hermanos sacerdotes u obispos caemos en el abismo sin fondo del vicio, de la corrupción o, peor aún, del crimen que destruye la vida de los demás".

En una situación como ésta, ser "servidores del Paráclito" os pide dedicar vuestra vida a acompañar a algunos de vuestros hermanos sacerdotes y consagrados, ofreciendo a cada uno un camino de ascesis, conversión y renovación espiritual y vocacional. Con el espíritu y el estilo del Buen Samaritano, os ponéis al lado de estos hermanos, compartiendo con ellos vuestra vida y la oración cotidiana.

Espiritualidad de la reparación

El Papa explicó que estar cerca de los hermanos en dificultad significa también ayudar a restablecer la armonía: "Los colocáis, sobre todo, en una comunidad, una comunidad de oración, que ayuda a restablecer la armonía de vida que una crisis vocacional siempre compromete. Al abordar las múltiples facetas de este problema, os invito a profundizar en la espiritualidad de la reparación, partiendo de la necesidad de purificación, al servicio de la santidad de los Pastores del Pueblo de Dios". "Que el Espíritu -concluyó Francisco- os ayude a mirar a cada uno con los ojos de Jesús, con su amor, con su ternura".