La Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, dependiente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), reiteró la necesidad de asumir los compromisos que conlleva enfrentar los desafíos que presenta el consumo de drogas.

Por eso, en el marco del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, insistió en:

  • desnaturalizar el consumo, porque la droga mata siempre;
  • combatir la apatía, la insensibilidad y la indiferencia, porque la droga es un problema de todos;
  • gritar y clamar con vehemencia y desesperación “¡Ni un pibe menos por la droga!” porque la droga mata en el centro de nuestras ciudades, pero sobre todo en la periferia de nuestros barrios donde nuestros pibes y pibas pobres están en riesgo permanente;
  • decir NO a la despenalización de la droga porque la realidad misma nos confirma que la droga mata siempre, particularmente a los más vulnerables.

“Nuestra denuncia profética frente a lo que la droga genera en nuestros jóvenes desde el accionar de los mercaderes de la muerte en nuestros barrios, muchas veces ha llevado a que muchos agentes pastorales vivan hasta el extremo este compromiso y servicio generoso, sufriendo amenazas —incluso de muerte— y atropellos como tantos que hicieron de su vida una entrega martirial de amor”, advirtió.

Asimismo, consideró que para que quienes gobiernan vean en estas propuestas “inspiración y profecía”, es necesario “el testimonio cotidiano y de nuestra capacidad de diálogo con los estamentos estatales polivinculados a esta problemática”.

Texto de la declaración
Este lunes 26 de junio se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, establecido por las Naciones Unidas para recordar, concientizar y trabajar sobre esta problemática que afecta a todos los pueblos del mundo.

Quienes trabajamos en la Pastoral de Adicciones en la Iglesia argentina, siendo "Iglesia en Salida" como nos pide el Papa Francisco, yendo al encuentro de nuestros jóvenes lastimados, recorriendo calles y esquinas para abrazar "la vida como viene", poniendo el cuerpo y animando a que “se descubran familia” en nuestros espacios eclesiales, comprobamos a lo largo y ancho de nuestra Patria la tragedia cotidiana que avanza en espiral: la droga mata. 

Proponemos un camino de fe vivida en comunidad, un camino en el que la salvación y la liberación de la esclavitud de las drogas no es de a uno porque nadie se salva solo. 

Desde hace muchos años somos conscientes como Comisión de la necesidad de asumir los compromisos que conlleva enfrentar los desafíos que presenta el consumo de drogas. Por eso insistimos en:

• desnaturalizar el consumo, porque la droga mata siempre;

• combatir la apatía, la insensibilidad y la indiferencia, porque la droga es un problema de todos;

• gritar y clamar con vehemencia y desesperación “¡Ni un pibe menos por la droga!” porque la droga mata en el centro de nuestras ciudades, pero sobre todo en la periferia de nuestros barrios donde nuestros pibes y pibas pobres están en riesgo permanente; • decir NO a la despenalización de la droga porque la realidad misma nos confirma que la droga mata siempre, particularmente a los más vulnerables.

Nuestra denuncia profética frente a lo que la droga genera en nuestros jóvenes desde el accionar de los mercaderes de la muerte en nuestros barrios, muchas veces ha llevado a que muchos agentes pastorales vivan hasta el extremo este compromiso y servicio generoso, sufriendo amenazas —incluso de muerte— y atropellos como tantos que hicieron de su vida una entrega martirial de amor. 

Que quienes encarnan los gobiernos —cada uno a su tiempo—  vean en nuestras propuestas inspiración y profecía, depende de nuestro testimonio cotidiano y de nuestra capacidad de diálogo con los estamentos estatales polivinculados a esta problemática.

Sabemos que cuando ponemos en el centro de nuestras preocupaciones al ser humano, todo es posible y tiene sentido porque crece una vida plena para todos y todas, abrazando, conteniendo y ayudando a quien sufre. 

El mismo Jesús nos habla desde la Parábola del Buen Samaritano, y nos dice amorosamente cómo proceder ante situaciones de tanto dolor, abandono y miserias humanas. 

Curemos las heridas. 

Cubrámoslas con el aceite que alivia con nuestras propias manos.

Devolvamos la esperanza a nuestros hermanos y hermanas maltrechos a orillas del camino.

 “Ve y haz tú lo mismo…”

Más información en Facebook Pastoral Nacional sobre Adicciones y Drogadependencia Argentina.