Con una participación federal de unos 300 representantes de las diócesis del país, se realizó el sábado 24 de junio el Encuentro Sinodal de Laicos organizado por la Comisión Episcopal de Vida, Laicos, Familia y Juventud (Cevilaf) de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Con el lema: “Ensancha tu tienda”, la jornada se desarrolló en un clima cordial y de hermandad, y tuvo por objetivo conocer y trabajar el método de la conversación espiritual que propone el Sínodo de la Sinodalidad.

Así, durante la mañana y la tarde 28 comunidades de laicos (grupos de reflexión formados por varios participantes) se distribuyeron en las aulas, en el patio y en el salón central del Instituto San José de la Palabra de Dios, del barrio porteño de Villa Crespo, para "compartir, reflejar y sentir el espíritu que los llevara a un discernimiento apostólico".

Para ello, monseñor Jorge Vázquez, obispo de Morón y presidente de la Cevilaf, les transmitió las palabras que el Papa Francisco pronunció en febrero de este año, al hablar de “una perspectiva nueva centrada en la corresponsabilidad de pastores y fieles laicos en la Iglesia”.

El obispo moronense invitó a los presentes a abrir “el espacio al espíritu, porque caminar juntos es sumergirnos en la sinodalidad y en la Iglesia” y les recordó que la formación integral del hombre no debe confundirse con información, porque "entonces todo se reduce a la teoría y se cae en ideologías, si la formación no se orienta a la misión".

Asimismo, dijo que se le ocurría pensar que la formación sería como “cavar las estacas de la tienda” y la misión, diferenció,  "alargar cuerdas, así como el testimonio es extenderse a derecha e izquierda”.

El encuentro contó también con una charla dinámica del presbítero Mauricio Larrosa, rector del seminario de Morón, sobre “Fragilidad, abuso y prevención”, que los orientó sobre la importancia de construir una cultura del cuidado y del buen trato en los distintos espacios.

Misa por la Patria
Por último, con la intención especial por la paz y la justicia, se ofició la Misa por la Patria, concelebrada por los obispos Jorge Vázquez, Samuel Jofré (Villa María), Raúl Martín (Santa Rosa), Raúl Pizarro (auxiliar de San Isidro) y Oscar Miñarro (auxiliar de Merlo-Moreno), integrantes de la Cevilaf, y los sacerdotes Sebastián García (betharramita), José María Ruiz Díaz (Buenos Aires) y Mariano del Río (Morón), que estuvo animada por el servicio musical de jóvenes de distintos movimientos.

En la homilía, monseñor Jofré advirtió: “Nuestra Patria sufre violencia, nuestra Patria está en problemas, pero nosotros vamos con mansedumbre, no permitamos que los poderosos nos marquen nuestra agenda, porque Jesús es nuestra agenda. Debemos ofrecer la santidad de los laicos a nuestra Patria”.

“¿Cómo se renueva la Iglesia? –preguntó-. La renuevan los santos”. Asimismo, recordó que el Concilio Vaticano II afirmó la vocación universal a la santidad, el llamado al laicado a la santidad y al apostolado.

El obispo de Villa María propuso como ejemplos a dos laicos asesinados en los años 70 por bandos distintos y que dieron testimonios heroicos, perdonando y enseñando a sus familias a perdonar: el beato Wenceslao Pedernera y el siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure.

En la misa se hizo eco del pedido del Episcopado de rezar ese fin de semana por la paz y la justicia en nuestra Patria. Las ofrendas fueron llevadas al altar participantes del Chaco y de Jujuy, dos provincias con situaciones de conflictividad social expuesta.

La carpa del encuentro
El encuentro comenzó con la adoración del Santísimo Sacramento en el salón central. Allí el padre García hizo una breve reflexión, que empezó diciendo: “Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar”, a lo que todos contestaron: “Sea por siempre bendito y alabado”.

El sacerdote dio gracias al Señor por estar presente siempre junto a su pueblo; alabó a Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre, y señaló. “Creemos que estás presente en el Santísimo Sacramento del altar”. También pidió: “Creemos, Señor, pero aumenta nuestra fe”.

Tras leerse el Evangelio de San Juan, todos fueron en procesión con el Santísimo hasta la carpa del encuentro, levantada en el jardín, donde fueron pasando de uno en uno para adorar a Jesús Sacramentado, quedando reservada allí la hostia consagrada hasta la misa final.

Delante de la carpa quedó al aire libre en un gran recipiente el agua bendita, a la que muchos habían aportado con recipientes pequeños al empezar el encuentro. “Nos hacemos agua para la sed de tantos y tantos”, se dijo al comienzo de una jornada que tuvo muchos gestos simbólicos.

Momento de iluminación
Luego, en el “momento de iluminación”, monseñor Vázquez recordó a los presentos el congreso del que él participó el 18 de febrero último con el Papa Francisco, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con el lema “Llamados a caminar juntos pastores y fieles laicos”.

“Caminar juntos le está indicando a la Iglesia el hecho de vivir de manera más intensa la comunión y la participación, que se concreta en la corresponsabilidad”, sostuvo, y agregó que la Iglesia es un pueblo unido, pero -precisó- “en la misión y para la misión”.

Monseñor Vázquez se refirió al lema del encuentro sinodal de laicos: "Ensancha el espacio de tu tienda". "Tomando la imagen de la tienda que se ensancha, por otro lado es la tienda de un pueblo peregrino que no se queda un lugar sino que sigue caminando y muchas veces tiene que levantar la tienda y colocarla en otro lugar”, indicó, y completó: "El apostolado de los laicos es ante todo testimonio de la propia experiencia, testimonio de la propia historia, testimonio de la oración, testimonio de la cercanía de los pobres…”

Conversación espiritual
En cada una de las comunidades o grupos pequeños los participantes del encuentro compartieron testimonios personales, de sus dificultades y experiencias apostólicas, en un ambiente de oración y con momentos de silencio, según la metodología de “conversación espiritual”. Al presentar al comienzo esa actitud o modo de dialogar y orar, Marcela Mazzini, responsable de las mujeres en el Secretariado de Laicos de la Cevilaf, al animar a encarar los desafíos laicales para bien de la Iglesia de y del país, destacó que “la oración y la misión son como el sístole y el diástole de la Iglesia. Para la misión debemos tener las raíces muy metidas en Jesús”.

Efectivamente, cada reunión se proponía discernir, buscar juntos la voluntad de Dios. Nadie estaba forzado a exponer, había un ambiente de oración y de silencio; cuando alguien quería hablar tomaba de la mesita central una estampa de la Virgen y decía lo que se había suscitado en su interior. La idea era atender las mociones del Espíritu en el propio corazón y en el de las otras personas.

Luego cada grupo hizo una breve síntesis de lo conversado y un representante la leía ante toda la asamblea, en dos reuniones generales. En la exposición de los grupos no se repetían conceptos similares pero era detectable una gran sintonía en la preeminencia de la oración, de la alegría en el amor a Dios, de la búsqueda de comunión en la Iglesia, de confianza en la acción del Espíritu Santo y de actitud de servicio a la sociedad, escuchando a los “ya están en la tienda” y también a quienes no están, para poner nuevas estacas para extenderla.