La comunidad diocesana de Orán conmemoró el primer año de la beatificación de los mártires del Zenta, con una misa que celebró el obispo, monseñor Luis Scozzina OFM, en el santuario de esos mártires situado en la ciudad de Pichanal. Concelebraron la Eucaristía algunos sacerdotes de la diócesis y participó un grupo número de personas.

En la homilía, el obispo señaló: “Hemos querido encontrarnos como comunidad diocesana en acción de gracias, porque hace un año el Señor nos regalaba a los beatos mártires del Zenta y eso lo vivimos como un don de Dios, como ese regalo que Dios quiere darle a una comunidad, a un pueblo, para que se sienta confirmado en su fe, en el camino de seguir a Jesús, a vivir como Iglesia y como hermanos, siendo testigos del amor misericordioso y compasivo de Dios”.

“Esa es la misión, llamados para ser testigos del amor misericordioso de Dios, testigos de la comunión, de que podemos caminar juntos en una misma fe, aunque expresemos nuestra fe en modos distintos y esa es, tal vez, una de las gracias que tiene nuestra Iglesia diocesana”, continuó.

Monseñor Scozzina recordó “la gracia de que hace un año el Papa Francisco, que conoce bien nuestra diócesis y que tiene una especial mirada hacia ella, ya que también nos ha dado la gracia de tener un obispo auxiliar, nos permite también experimentar ese cuidado que Dios tiene, dándole pastores que acompañen, que guíen y estén presentes allí en medio de las periferias territoriales y existenciales que vive nuestra diócesis”.

Allí también, dijo, “está presente el Señor, donde tantos hermanos viven situaciones de dolor y fragilidad. Por eso, al recordar la gracia, a los mártires y también lo que el Señor nos regaló a través de los mártires del Zenta, es que Dios ha tenido para con esta tierra un amor preferencial y que a lo largo de los siglos el Señor fue enviando distintos misioneros, distintas presencias evangelizadoras, que hoy conforman esta Iglesia diocesana que camina con sus distintas comunidades y tratando de vivir este legado de nuestros mártires”.

El prelado animó a “ser capaces de abrirnos y salir de la comodidad y de nuestro bienestar, para salir al encuentro del hermano que necesita el anuncio del Evangelio y que necesita ser confirmado en su dignidad humana. Dios nos recuerda siempre que un acto de amor es un acto de reconocimiento de la dignidad de cada persona, de la dignidad de que cada uno de nosotros vive como hijo de Dios”.

“Cada uno de nosotros tiene una dignidad, que tenemos que custodiar y cuidar porque hoy está muy atropellada, porque no está reconocida y porque hay muchas situaciones de injusticia, situaciones que muchas veces provocan la rebelión y el enojo”, agregó. 

Finalmente, recordó que “estamos llamados a anunciar un Evangelio de la paz y de reconciliación y para eso necesitamos estar muy unidos a la experiencia de fe de Jesús y al testimonio que nos dieron estos mártires, que no recurrieron a la fuerza de los conquistadores para defender sus vidas, sino que fueron capaces de entregarla y de inmolarla, celebrando antes la Eucaristía. Este es el testimonio de los mártires, donación de la vida por amor”.