El designado prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, monseñor Víctor “Tucho” Fernández, especificó cuál fue el mandato que le dio el Papa Francisco al nombrarlo al frente de ese organismo vaticano para suceder al cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer SJ.

“Francisco, en la carta que me envió, ha reconfigurado este cargo. Por un lado, prácticamente libera al prefecto del tema de los abusos y lo concentra en la sección especializada que hay para ello. Por otra parte, me pide que me concentre en el área teológica, pero sobre todo para promover la reflexión, para ayudar a hacer crecer el pensamiento de la Iglesia, para estimular el desarrollo teológico. Esto siempre en diálogo con el mundo y en vistas a la evangelización”, puntualizó en declaraciones a AICA.

El arzobispo, nacido en la localidad cordobesa de Alcira Gigena, consideró que “es importantísimo que una vez el prefecto de ese Dicasterio sea un latinoamericano”, y profundizó: “Es un signo de este Papa a una América Latina tantas veces ninguneada, despreciada; porque, en el fondo, está diciendo que en América Latina también hay pensamiento, también se reflexiona, también se conoce la doctrina”.

- ¿Qué significa para usted este nombramiento?
- Es un nombramiento que me desconcertó y me descolocó totalmente. Me tuvo un mes cortando clavos. Dije que no, pero me quedé con el dolor de haberle fallado a Francisco, a quien tanto debo. Después, estando él internado, llamó a un gran amigo mío para que me hiciera ver que mis razones para negarme eran fantasmas. Entre los dos me convencieron y acepté. Ahora, a pesar de reconocer mis límites, errores e incapacidades me doy cuenta de que tengo algo original para aportar y que ayudará a componer ese rico poliedro que es la Iglesia.

- ¿Cuál es la tarea que le encomendó especialmente el Santo Padre?
Aunque uno podría pensar que la tarea es obvia, porque todos saben lo que hace el prefecto de Doctrina de la Fe, en realidad no lo es tanto. Francisco, en la carta que me envió, ha reconfigurado este cargo. Por un lado, prácticamente libera al prefecto del tema de los abusos y lo concentra en la sección especializada que hay para ello. Por otra parte, me pide que me concentre en el área teológica, pero sobre todo para promover la reflexión, para ayudar a hacer crecer el pensamiento de la Iglesia, para estimular el desarrollo teológico. Esto siempre en diálogo con el mundo y en vistas a la evangelización.

- En la carta, también el Santo Padre lo releva de los temas de abusos de menores. ¿Qué nos puede decir de esta decisión?
- Que en la práctica me libere del tema de los abusos tiene mucho sentido por dos cosas: para lograr que el prefecto avance más decididamente en el objetivo principal del Dicasterio que es promover el pensamiento de la fe. De hecho, años atrás, decía (Luis) Ladaria que de Teología ya había poco porque todo el tiempo se lo llevaba la cuestión de los abusos. Francisco quiere revertir esto, lo que no implica descuidar el drama de los abusos sino dejarlo en manos de los expertos. Aquí viene la segunda razón: de hecho, el prefecto no suele ser un canonista sino un teólogo, y no tiene sentido que esté encima de algo para lo cual no es especialista.

- ¿Qué significa para la Iglesia en la Argentina que por primera vez dos compatriotas estén en los dos cargos más importantes de la Iglesia: el Papa y el prefecto de la Fe?
-Que dos argentinos estemos ahí puede ser un drama para otros, porque a veces les cuesta entendernos. Creo que es importantísimo que una vez el prefecto de ese Dicasterio sea un latinoamericano. Es un signo de este Papa a una América Latina tantas veces ninguneada, despreciada; porque, en el fondo, está diciendo que en América Latina también hay pensamiento, también se reflexiona, también se conoce la doctrina.

- ¿Cuándo tendrá que irse a Roma para hacerse cargo de esta nueva responsabilidad?
-El Papa me pidió que viaje lo antes posible, porque tengo que instalarme en el Dicasterio antes de que comience el Sínodo. Además, en mi charla con el cardenal Ladaria vi que él no ve la hora de irse, se quiere liberar. Así que me despediré de La Plata el 5 de agosto y viajaré para Roma. Allí el Papa ya me asignó una casa para vivir, pero hay que equiparla, hacer todos los papeles y documentación de todo tipo y además tengo que hacer la transición en el Dicasterio.