El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, reflexionó sobre el pasaje del Evangelio que presenta la oración de Jesús. 

“En la oración de Jesús aparece, en primer lugar, la acción de gracias y la alabanza al Padre: ‘todo me ha sido dado por el Padre’. Jesús, cuando íntimamente hablaba con Él, lo primero que hace es agradecer y, luego inmediatamente después, el valorar el ser entendido por los pobres”. 

“Jesús venía de fracasar en su predicación en las ciudades rabínicas, donde estaban las grandes escuelas rabínicas, Corozain y Betsaida; allí el mensaje de Jesús no causa impacto, pero sí entre el pueblo sencillo, entre la gente más humilde. Jesús se siente entendido por ellos y por eso le agradece al Padre este modo de revelación y, finalmente sale de la oración con el corazón dilatado y dice: ‘vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados’, como con ese gran corazón clamar para que todos se apoyen en él, aquellos que tienen angustia, que tienen cansancio, para con dividir las penas y las angustias que tanto conoce Jesús”, explicó.

Monseñor Ojea también reflexionó sobre el nuevo aniversario de la Declaración de la Independencia, expresando: “Muchas veces faltamos a esta gratuidad frente al privilegio de tener la Patria que tenemos, con su geografía maravillosa, con sus climas diversos”.

“También nos falta valorar a nuestro pueblo, en especial a nuestro pueblo más sencillo”, agregó, y consideró: “En este momento con los índices de pobreza tan grandes y con una desigualdad, una inequidad tan manifiesta entre los argentinos es imprescindible valorar el inmenso esfuerzo para llegar a fin de mes”.

"El pueblo sencillo está cansado de la corrupción"
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina lamentó que las personas no sean agradecidas, ni valoren al pueblo. “Cuando vivimos la pandemia hemos sido sostenidos con una red inmensa de trabajadores y trabajadoras que, de alguna manera, han sostenido nuestra vida. Muchas veces poniéndola en riesgo; hemos sido perdiendo esta valoración de la capacidad de paciencia y de sacrificio que tiene nuestro pueblo”, cuestionó.

“También está el cansancio y está la angustia, hay tantas cosas en nuestro país que nos cansan. Nos cansa la corrupción”, advirtió. 

El obispo sanisidrense sostuvo que “lo peor de la corrupción es la búsqueda del poder por el poder mismo, no el poder para servir, no el poder para prestar un servicio auténtico al bien común; sino el poder para sobrevivir, ni siquiera para transformar”.

“Nos cansa una dirigencia que esté lejos de los problemas concretos del pueblo, por eso el pueblo aparece a veces tan indiferente a una cantidad de luchas que no entiende, a una cantidad de violencias que no comprende”, aseveró.

Hacia el final de su reflexión, monseñor Ojea animó a pedirle al Señor “poder tener el refugio en su corazón para poder condividir penas y para poder compartir también angustias”.

“Que Él nos fortalezca para que de alguna manera en este día podamos pedirle recuperar nuestra acción de gracias por el país que tenemos y no hablar tanto mal de él y al mismo tiempo valorar la riqueza inmensa y el tesoro inmenso del pueblo que tenemos, especialmente el pueblo más sencillo”, concluyó.