“Me sorprendió, vi cómo Dios me iba preparando para estar ahí". Así se sintió Fabiola Inzunza, misionera de la Comunidad Católica Shalom, de 27 años, tras ser invitada a la santa misa presidida por el Papa Francisco este domingo 23 de julio en la III Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores 2023. Además, es una de las jóvenes que intervendrá en el gesto simbólico de recibir la Cruz Peregrina de la JMJ por parte de una persona mayor.

“El hecho de ser enviada significa una gran riqueza, es la comunión de generaciones que se enriquece una con la otra, uno que envía al otro”, expresa Inzunza. La joven mexicana considera que esa persona que le entregará la cruz podría ser su abuelo o su abuela. “Da esperanza, puede parecer una cosa muy simple, pero en realidad esconde un sentido profundo”, sugiere la integrante del equipo del Centro Internacional Juvenil San Lorenzo (CSL).

Reflexionando sobre el lema de la Jornada, que inspira la iniciativa, Fabiola recuerda que, si bien sus padres le transmitieron la fe, su abuela ha estado siempre muy presente en su vida. “Fue mi segunda madre”, comenta, y se dice feliz por apreciar una manifestación de la misericordia divina a través del “sí” de su abuela.

Fabiola, responsable de la acogida de los peregrinos en CSL, lleva en el corazón a tantos mayores que han visitado el centro: “Muchas veces traen a sus nietos, a personas que conocieron antes en nuestra casa... Es algo muy bello”.

Esta Jornada quiere ser “un pequeño y delicado signo de esperanza” para los ancianos y para toda la Iglesia, como escribe el Papa en su mensaje. En un mundo frenético, Fabiola asegura que uno de los mayores desafíos para promover el diálogo intergeneracional es el “no saber parar” para reconocer aquello que realmente importa y escuchar la experiencia de nuestros ancianos.

“Muchas veces en casa yo vivía así: salía para ir a la escuela, regresaba, le daba un beso a mi abuelita, me despedía de ella. La saludaba cuando regresaba, pero de repente no paraba para escucharla, para saber qué había hecho ese día, para saber qué es lo que quería compartirme”, manifiesta Inzunza.

La misionera insiste en la importancia de ser pacientes, regalar nuestro tiempo para estar con los abuelos, tener la humildad de pedirles consejo y saber parar para apreciar aquello que es realmente esencial: la presencia del otro.

En efecto, en estos diez años de Pontificado, Francisco ha dicho en reiteradas ocasiones que la relación entre abuelos y jóvenes es natural. Según Bergoglio, una sociedad que no cuida este vínculo se ideologiza, se “sectariza”. Por tal motivo, lamenta que en algunos sectores existe la tendencia de “esconder” a los mayores y recuerda, como lo ha hecho en otras oportunidades, que disfrutaba visitar las casas de reposo siendo arzobispo de Buenos Aires.

A los jóvenes que se están preparando para ir a Lisboa o que vivirán la JMJ en sus lugares de origen, el Papa anima a reunirse con sus abuelos o hacer una visita a un anciano que esté solo. “Su oración los protegerá y llevarán en el corazón la bendición de ese encuentro”, afirma Francisco en su mensaje para la III Jornada. A los ancianos, les solicita que acompañen con la oración a los jóvenes que van a celebrar la JMJ. “Estos muchachos -prosigue el Santo Padre- son la respuesta de Dios a sus peticiones, el fruto de lo que sembraron, el signo de que Dios no abandona a su pueblo, sino que siempre lo rejuvenece con la fantasía del Espíritu Santo”.

En línea con las palabras del Santo Padre, Fabiola se prepara para la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y está feliz de vivir esta experiencia. Y a sus pares quiere transmitir el mensaje de la urgencia de salir al encuentro de los demás, como hizo la Virgen María con su prima Isabel, que se fue y partió sin demora. Fabiola anima a todos los jóvenes a pedir a Dios la gracia de renovar este gran deseo que se convierte en acción, de salir de nosotros mismos para acercarnos al hermano, en especial a nuestros abuelos y mayores.

Fabiola también resalta que el llamado de todos es a vivir la santidad. Si no fuera por el ejemplo de nuestros abuelos, en su decisión, en su perseverancia, sería imposible.