Monseñor Jorge García Cuerva culminó su primera semana en la arquidiócesis de Buenos Aires con una visita este domingo 23, al santuario porteño de la Virgen de Pompeya, advocación mariana a la que consagró su ministerio pastoral.

El arzobispo porteño presidió este domingo la misa concelebrada con los monjes capuchinos a cargo del templo, en el marco de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores convocada por el Papa Francisco.

“¡Qué lindo volver a escuchar historias!”, exclamó en su homilía al recordar con emoción a sus abuelos.

Monseñor García Cuerva afirmó que “las historias nos ayudan a despertar la imaginación, nos ayudan a soñar, nos ayudan a descubrir que hay un mundo hermoso que está más allá de los problemas de todos los días”.

“Jesús hoy cuenta historias sencillas que tienen significado profundo”, señaló refiriéndose a las tres parábolas del Evangelio y, tras explicar cada una de ellas, el arzobispo puso su pensamiento en los abuelos”.

"Una persona, como esa semilla de mostaza, que, de repente, la familia crece y crece y crece. Qué lindo disfrutar de los abuelos”, sostuvo.

“Me gustaría que volvamos a descubrir juntos el sabor de las historias que nos habrán contado nuestros abuelos y comprometernos a no cortar la cadena”, exhortó, e insistió en su pedido: “Contemos historias, nos hace bien a la cabeza y nos hace bien al corazón”.

“Recordar a los abuelos es no dejarlos solos, es no marginarlos. Un pueblo que se olvida de sus abuelos no tiene futuro porque se olvidó de sus raíces”, advirtió monseñor García Cuerva.

La celebración continuó y, al momento del saludo de la paz, el arzobispo invitó al altar a todos los niños que estaban en misa y los envió a abrazar a las personas mayores.

La comunidad pompeyana agradeció la visita del nuevo arzobispo de Buenos Aires y le dio la bienvenida con un regalo especial: una imagen de Nuestra Señora de Pompeya.

En el cementerio de Chacarita
El sábado, llegando al fin de esta primera semana de recorrido pastoral, monseñor García Cuerva estuvo en el cementerio de Chacarita realizando responsos y celebrando la misa para pedir por el eterno descanso de los fieles que allí descansan, especialmente los fallecidos durante la pandemia.

En la homilía, el arzobispo se refirió a la necesidad de transitar la muerte como parte de la vida, y destacó: “A la muerte no hay que esconderla, a la muerte no hay que negarla, A la muerte hay que transitarla y llorarla, para después poder volver a tener la misma certeza que María Magdalena: Jesús está vivo. La muerte no tiene la última palabra”.

Durante la celebración estuvo acompañado por el nuevo vicario general, monseñor Gustavo Carrara, por monseñor Ernesto Giobando SJ y por el capellán del cementerio.

“Nosotros hoy también nos vamos con la esperanza del reencuentro. Si la muerte y la vida se enfrentaron en un partido de fútbol, ganó la vida, ganó por goleada porque Jesús está vivo y María Magdalena lo sabe”, sostuvo durante la prédica.

Una vez finalizada la celebración, el arzobispo porteño se dirigió al especio donde están las primeras víctimas de Covid. Allí, además de rezar por ellos, resaltó la necesidad de la memoria agradecida por los que están aquí sepultados. Sin dejar de lado la importancia, también, de los que ha puesto el hombro durante aquellos momentos tan difíciles.

“La pandemia de emociones, la que todavía duele en el alma”, reconoció, y prosiguió: “Es la que tenemos que superar con la esperanza de la vida eterna a la que nos invita Jesús y de la que María Magdalena fue testigo privilegiada”.

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