"Que la conmemoración del 70° aniversario del armisticio no solo se refiera al cese de las hostilidades, sino que también ofrezca un futuro brillante de reconciliación, hermandad y armonía duradera para la península de Corea y el mundo entero", escribió el Papa Francisco, en un breve mensaje enviado al presidente de la Conferencia Episcopal Coreana, monseñor Mathias Ri Iong-hoon, con motivo de la conmemoración del fin de la guerra que trajo consigo la herida de la división entre ambas Coreas.

El mensaje del Santo Padre fue leído por el cardenal Lazarus You Heung-sik, prefecto de la Congregación para el Clero, durante la Misa por la Paz que la comunidad católica coreana celebró este jueves 27 en la catedral de la Inmaculada Concepción en Myeongdong, Seúl, donde cada semana se ofrecen oraciones por la reconciliación del pueblo coreano desde hace treinta años; y donde, en 2014, el mismo Francisco, durante su viaje a Corea, presidió una misa solemne con esa intención. 

"Estoy espiritualmente cerca de ustedes", escribe el Papa a los católicos coreanos. “Que este aniversario sea una ocasión para que los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de vuestra tierra renueven su compromiso en la construcción del Reino de Dios Todopoderoso, que está lleno de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo”.

“Las numerosas guerras y conflictos armados de hoy, que afligen a la familia humana y especialmente a nuestros hermanos y hermanas más vulnerables”, añade Francisco, “nos recuerdan trágicamente la necesidad de una vigilancia constante para defender y promover la justicia y la cooperación amistosa dentro de las comunidades y entre los pueblos. En este sentido, me gustaría animar a todos los coreanos a ser 'profetas' de la paz".

Una paz que -explicó el pontífice, citando su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2019- esté siempre "basada en el respeto a cada persona, el respeto a la ley y al bien común, a la creación que nos ha sido confiada y a la riqueza moral transmitida" por las generaciones pasadas".

Por su parte, el cardenal You Heung-sik también agregó: "Esperamos que el Papa Francisco pueda cumplir su deseo de visitar Corea del Norte".

Además de las palabras del Papa con ocasión de la misa en Myeongdong, hubo una homilía a cargo de monseñor Peter Lee Ki-heon, el obispo de Uijeongbu. El prelado es  originario de Pyongyang (ciudad que luego se convirtió en capital de Corea del Norte) y, actualmente, preside la Comisión para la Reconciliación Nacional de la Iglesia coreana. "Nací en Pyongyang en 1947, antes del estallido de la guerra”, dijo. “Mi familia sufrió la sutil política de genocidio del régimen comunista norcoreano. Cuando el clero de la diócesis de Pyongyang fue detenido y no pudo practicar su fe, huyó al sur en busca de libertad religiosa. Durante el proceso de evacuación, dos de mis hermanas no pudieron irse con nosotros, lo que nos convirtió en una familia separada. Cuando entré en el seminario, pensé que, una vez ordenado sacerdote, podría trabajar como tal en la diócesis de Pyongyang. Trabajar en el Comité para la Reconciliación Nacional ha sido mi vocación: llevo casi 50 años de sacerdocio y estoy a punto de jubilarme sin ver la reunificación".

El obispo Lee Ki-heon recordó que el armisticio firmado hace 70 años pretendía extenderse "hasta que se alcanzara una solución pacífica definitiva", pero ésta nunca se logró. Recordó al respecto "los cálidos vientos de paz que habían comenzado a soplar sobre la península coreana "tras los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018, los apretones de manos y los discursos de los líderes del Norte y del Sur, hasta la decepción del fallido acuerdo de Hanói. "A lo largo de la historia de la península coreana, hemos visto que lo que obstaculiza la paz en la península no es solamente el conflicto de intereses o la falta de diálogo entre el Norte y el Sur”, denunció. También se ve obstaculizada “por la existencia de potencias circundantes, que quieren utilizar la cuestión de la península coreana para sus propios intereses. Pero es nuestro pueblo, y no Estados Unidos o China, quien debe luchar por la paz en la península coreana. Y, para ello, el Norte y el Sur deben trabajar juntos". 

El obispo nacido en Pyongyang se refirió al cambio de clima político tras los resultados de las elecciones del año pasado en Corea del Sur: "Un viento frío y feroz", comentó, "sopla hoy sobre la península coreana. Corea del Norte también continúa con sus frenéticos lanzamientos de misiles. Pero cuanto más se endurezcan los dirigentes del Norte y del Sur, más prisioneros de la angustia permanecerán nuestros pueblos bajo la sombra de la guerra. Hoy rezamos fervientemente para que los gobernantes del Norte y del Sur sean líderes que calmen los corazones ansiosos del pueblo, escuchen su voz y sequen sus lágrimas".

Por último, el prelado hizo un llamamiento a todos los coreanos para que construyan la paz desde sus propios corazones, reconociendo la "hostilidad" hacia "los que están del otro lado", un sentimiento que todo coreano ha tenido desde su infancia. También aquí recordó una experiencia personal: "Hace años, cuando fui por primera vez al consulado de Corea del Norte en China para obtener un visado y vi una bandera norcoreana y un retrato de Kim Il Sung, me puse muy nervioso", dijo. "El diplomático que nos entregaba los visados nos dijo: 'Ustedes están muy preocupados. No se preocupen. Corea del Norte también es un lugar donde vive gente’".

“En el 70° aniversario del armisticio", concluyó monseñor Lee Ki-heon, "recemos por la paz en esta tierra. Y, como primer paso, esforcémonos por ser cristianos que viven y predican la ‘fraternidad’ en nuestras iglesias, derraman lágrimas juntos por el dolor de nuestros vecinos y se sonríen dulcemente unos a otros".