Monseñor Jorge Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, recordó que el 15 de agosto se celebra la Asunción de la Virgen María “en cuerpo y alma” al cielo, y al que definió como “uno de los dogmas más significativos y entrañables de la fe católica”.

“Este acontecimiento mariano nos invita a reflexionar sobre la vida en plenitud y eterna ya desde la tierra, así como a expresar el amor y la confianza que sentimos hacia nuestra Madre celestial”, sostuvo en su reflexión semanal.

El arzobispo sanjuanino explicó que, según la tradición cristiana, la Asunción de María “significa que, al término de su vida terrenal, la Virgen fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial por obra divina” y precisó: “De este modo se expresa la convicción de que al final de su vida la Madre permaneció unida al Hijo no sólo en su alma, sino también en su cuerpo”.

“María vivió su vida terrenal de una manera excepcionalmente cercana a Dios, dedicándose a servir a los demás con amor y devoción. Ella es un modelo para todos nosotros de cómo podemos alcanzar una vida enriquecida y plena al seguir el camino del amor y la virtud”, destacó.

“La Madre de Jesús es imagen y anticipo de la Iglesia, ya que su Asunción nos señala el destino último de toda la comunidad de creyentes. La Iglesia, representada por María, es el cuerpo de Cristo, y así como ella fue elevada al cielo, también nosotros tenemos la promesa de vivir anticipadamente como comunidad ya redimida”, agregó.

Monseñor Lozano indicó que uno de los documentos centrales del Concilio Vaticano II -Sacrosanctum Concilium- enseña que en la Virgen María “la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención, y la contempla gozosamente como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser”.

“El amor a la Virgen María y la confianza en su amor hacia nosotros, sus hijos, es fuente de consuelo y esperanza. María es nuestra tierna y permanente intercesora ante Dios, siempre dispuesta a escuchar nuestras súplicas y a presentarlas ante su Hijo. Su amor maternal es inagotable y nos brinda el apoyo necesario para afrontar los desafíos de la vida con fortaleza y fe”, aseguró.

“En la música popular encontramos expresiones que reflejan estos deseos de vida plena”, señaló, y compartió uno incluido en la canción "Que nunca falte" de Abel Pintos: "Que nunca falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, un lugar donde estar. Que haya amigos leales, un amor que compartir, y un sol que cada día nos vuelva a sonreír".

Por último, monseñor Lozano indicó que en otros lugares del mundo se denomina a esta fiesta como “La Dormición” o el “Tránsito de la Virgen”, al recordar que “la vida terrenal no es el final de nuestra existencia”. 

“Este acontecimiento de fe nos permite mirar más allá de las preocupaciones y ansiedades temporales, dirigiendo nuestra mirada hacia la vida eterna y la plenitud de gozo que nos espera”, concluyó, y, en un domingo electoral, invitó a rezar para que “los ciudadanos respondamos con vocación de construir el bien común”.