El santuario porteño de San Cayetano, en Liniers, fue escenario el lunes 25 de septiembre de la misa que monseñor Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario general de la arquidiócesis, presidió para los servidores de la 49° peregrinación juvenil a pie a Luján, que este año tendrá lugar los días 30 septiembre y 1 octubre.

En su homilía, el prelado puso en un primer plano que los servidores sirven a los peregrinos a imitación de la Virgen: “No vamos indiferentes a peregrinar a Luján, algo llevamos en el corazón y eso lo queremos llevar a nuestra Madre”.

A su vez, señaló que María quiere que vivamos con dignidad en esta tierra y que cuidemos a nuestros hermanos, “a los que menos pueden”, para que no queden al costado del camino de la vida. “Ustedes de alguna manera la van a imitar a Ella en esta nueva peregrinación”, sostuvo.

“Cada uno de nosotros ponga un motivo en su corazón para llevarlo a la Virgen. Vayamos a Luján con una intención en el corazón”, insistió el obispo y añadió que “uno de los motivos que yo tengo para peregrinar este año es que le quiero agradecer a la Virgen el regalo del bautismo, el regalo de ser hijo de Dios que es lo más grande que uno puede recibir en la vida”.

“Nosotros peregrinamos a Luján porque sabemos que somos peregrinos a la vida feliz del cielo. Pero la Virgen, nuestra Madre, también quiere que nosotros aquí en la tierra vivamos con dignidad, vivamos bien, seamos felices, tengamos lo esencial para vivir con dignidad”, expresó.

También elogió la labor de los servidores y destacó: “¡Qué hermoso es el servicio que ustedes hacen en la peregrinación! Ustedes van a cuidar especialmente la fragilidad del pueblo: aquel que necesitó un vaso de agua, que necesita un mate cocido, pero también a aquel que viene acalambrado, aquel que viene con los pies lastimados, aquel que viene con baja presión y no puede caminar”.

Explicó que la peregrinación “es parábola de la vida y es lo que deberíamos hacer como pueblo: ponernos al servicio de los más frágiles, ponernos al servicio de los que menos pueden”.

“Sabemos que en el camino de la vida hay algunos que van caminando un poquito más lento, a ellos hay que ayudar para que nadie quede al margen del camino de la vida”, animó.

“Que podamos cruzar nuestra mirada con la mirada de la Virgen y que esa mirada nos sane, nos traiga el perdón de Dios, que esa mirada nos renueve en la esperanza”, concluyó.