En ocasión de conmemorarse la fiesta en honor de Nuestra Señora del Rosario, la comunidad arquidiocesana de Paraná se congregó en el atrio de la catedral local para celebrar a su patrona.

El arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió la celebración en la tarde de este sábado 7 de octubre, luego de una jornada en la que la imagen de la Virgen recorrió la ciudad de Paraná, visitando en caravana más de 20 parroquias y capillas.

La celebración contó con la presencia de autoridades de diferentes fuerzas, de vecinos, de alumnos y docentes de colegios religiosos, de integrantes de movimientos y de la comunidad en general.

En la homilía, monseñor Puiggari recordó que “el amor a la Virgen fue lazo de unidad y factor de progreso para los primeros habitantes de la villa de la Baxada del Paraná”, tal como se llamó al primer asentamiento en la zona.

“Hace 50 años, sellamos un pacto de amor con María; el signo fue la corona, hecha fundamentalmente con la donación de sus hijos más humildes”, destacó, y agregó: “Hoy queremos renovarle nuestro reconocimiento como Reina y Señora, primero en nuestros corazones y también en el corazón de la ciudad; lo cual nos impone fidelidad, entrega, servicio y amor apasionado”.

El arzobispo paranaense sostuvo: "Queremos hacer memoria agradecida y, al mismo tiempo, renovar el compromiso misionero de todas las parroquias, movimientos e instituciones, siguiendo el deseo del Papa Francisco de generar una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, el lenguaje y las estructuras eclesiales se conviertan en cauce adecuado para la evangelización del mundo actual”.

“Poniéndolo bajo la protección de Nuestra Madre, damos hoy además comienzo a un Año Misionero Arquidiocesano hasta el 29 de septiembre del próximo año. Le he encargado a la Delegación para las Misiones que organice y anime este acontecimiento de gracia”, anunció.

Monseñor Puiggari le pidió a la Virgen que, como Iglesia, cada uno responda como misioneros con “nuestra vida de fe, esperanza y caridad, cada uno según su carisma, en cada Eucaristía, en cada acto de libertad”.

“Queremos pedirle de un modo muy especial por nuestra sufrida Patria: para que nos dé la valentía de la libertad de los hijos de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz”, puntualizó. 

“Para que siempre se cuide la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, y que nunca se descarte ninguna vida. Para que se pacifiquen los corazones de los argentinos y trabajemos todos buscando superar el escándalo de la pobreza. Madre de Rosario, nos ponemos en tus manos, cuida a todos tus hijos, especialmente a los que más sufren”, concluyó.