El Papa Francisco sigue con aprensión y dolor la guerra en Tierra Santa. Ya lo manifestó el domingo 8 de octubre al final de la oración mariana del Ángelus y volvió a referirse, en la Audiencia General de este miércoles 11, a la escalada de violencia entre Israel y Palestina. 

“Tantas personas asesinadas, tantas heridas…”, dijo. El Santo Padre reza por las familias que han visto cómo un día de fiesta se convertía en un día de luto y pide que los rehenes sean liberados inmediatamente. La mirada del Obispo de Roma se dirigía hacia el festival “Nova”, un concierto por la paz, un evento al que asistieron miles de espectadores y fue uno de los múltiples puntos atacados por militantes del grupo terrorista Hamás.

El Pontífice dejó claro que quienes son atacados tienen derecho a defenderse, pero reconoció que está “muy preocupado por el asedio total bajo el que viven los palestinos en Gaza, donde también ha habido muchas víctimas inocentes”.

Una vez más, insistió que “el terrorismo y los extremismos no ayudan a alcanzar una solución al conflicto entre israelíes y palestinos, sino que alimentan el odio, la violencia y la venganza y solo hacen sufrir a unos y otros”.

Por último, el Sucesor de Pedro afirmó que “Medio Oriente no necesita la guerra, sino la paz, una paz construida sobre la justicia, el diálogo y el valor de la fraternidad”. Luego, el Papa realizó un momento de silencio.

Al menos cuarenta niños asesinados en kibutzim

Y mientras el Papa recuerdó, en su catequesis en la Plaza de San Pedro, a los pueblos que viven en guerra -había mencionado la situación en Sudán en su referencia a la figura de Santa Josefina Bakhita, del mismo modo que no se había olvidado de la atormentada Ucrania-, las noticias de muerte y destrucción siguen llegando de Israel y Palestina. Israel afirma haber encontrado al menos 40 niños asesinados entre las aproximadamente 200 personas masacradas en el kibutz de Kfar Aza.

Abundantes llamamientos pidiendo la paz 

La voz del Santo Padre se suma a la del Patriarcado Latino de Jerusalén, que ha condenado la escalada de violencia, y a la de distintas instituciones eclesiásticas y de organizaciones internacionales que llaman al cese al fuego.