De acuerdo a una antigua tradición, muy popular en la Edad Media, Santa Úrsula fue una jovencita que padeció el martirio junto a un grupo de vírgenes como ella.

Úrsula, cuyo nombre quiere decir “osezna” u “osita” en latín, nació en el seno de una familia perteneciente a la nobleza, en el siglo IV, en la actual Colonia (Alemania). En ese tiempo aquella región de Europa era parte del Imperio romano.

Su cuna fue pagana, pero ella se convirtió al cristianismo y quiso consagrar su virginidad al Señor. Al ser pretendida por un príncipe bretón, decidió viajar a Roma con el propósito de encontrar el apoyo del Papa y poder mantener su promesa de no contraer matrimonio y servir a Dios.

La santa emprendió el viaje acompañada por sus doncellas. En Roma fue recibida por el Papa Siricio, quien la bendijo y la invitó a ser predicadora del Evangelio.

De regreso en Colonia, ella y sus compañeras cayeron en manos de los hunos, pueblo bárbaro que había invadido el territorio germano, cuyo líder, Atila, era célebre por su crueldad. Atila y sus hombres quisieron someter al grupo de mujeres a su voluntad. Úrsula y sus compañeras no aceptaron tal condición, y decidieron ofrecer sus vidas por amor a Dios y a su fe.

Por haberse negado a los deseos de Atila, Santa Úrsula y sus amigas fueron condenadas a muerte.

La canonización de Santa Úrsula no está documentada de manera oficial, en gran parte porque su santidad era reconocida por el pueblo cristiano muchísimo antes de la creación de alguna institución eclesial encargada específicamente de estos asuntos, como hoy lo hace el Dicasterio de las Causas de los Santos.

A pesar de esta relativa dificultad, se sabe que el culto a Santa Úrsula fue aprobado por varios Papas, y que su devoción llegó a extenderse muchísimo durante la baja Edad Media y el inicio de los tiempos modernos.

Santa Hildegarda de Bingen, en el siglo XII, compuso unos célebres cantos (poemas) en honor a Santa Úrsula; y Santa Ángela de Merici, en el siglo XVI, da cuenta de cómo Santa Úrsula se le apareció en sueños y le pidió que velara por el alma de las jóvenes. Inspirada en aquel sueño, Santa Ángela fundó la primera Orden de mujeres dedicada a la enseñanza: las llamadas “ursulinas”. Al menos durante la Edad Media, a Santa Úrsula se le consideró generalmente como la patrona de las universidades.

En tiempos más recientes (agosto de 2005), el Papa Benedicto XVI, de visita en la Ciudad de Colonia, recordó a la joven santa y mártir: “No voy a seguir ensalzando a la ciudad de Colonia, aunque sería posible y significativo hacerlo: llevaría mucho tiempo, porque de Colonia se podrían decir muchísimas cosas grandes y hermosas… Quisiera recordar que aquí veneramos a Santa Úrsula y a sus compañeras”.