La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) convocó a la solidaridad para “brindar ayuda generosa a los damnificados, especialmente, a los más pobres y vulnerables”, en respuesta a la “devastación” ocasionada por las recientes tormentas y huracanes en el país.

“En estos momentos difíciles hacemos un llamado a la unidad y la fraternidad entre todos los mexicanos”, expresaron los obispos a través de un comunicado difundido ayer, 25 de octubre. Además, alentaron a que “nadie se quede indiferente ante el sufrimiento de los demás”.

En particular, manifestaron su cercanía con las personas de las diócesis de Acapulco, Tlapa y Chilpancingo-Chilapa en el estado de Guerrero, así como con los habitantes del sur del estado de Oaxaca, zonas que sufrieron un mayor impacto.

La CEM reconoce “el dolor y la angustia que embarga a miles de familias que han perdido sus hogares, bienes y medios de vida en estas zonas de desastre”. Asimismo, los obispos lamentan que “muchas localidades sufren graves daños en su infraestructura, viéndose impedidas de acceder a servicios esenciales. Nos duele profundamente cada vida humana perdida”.

En este contexto, la CEM insta a las autoridades de “los distintos órdenes de gobierno” a redoblar y coordinar sus esfuerzos para apoyar a las víctimas, garantizando su seguridad y abastecimiento de alimentos, agua, medicamentos y alojamiento temporal.

“Es urgente la reconstrucción de viviendas e infraestructura pública”, señalan los obispos y aseguran que “desde las diócesis y parroquias se brindará acompañamiento espiritual y material en la medida de nuestras posibilidades. No están solos, cuentan con nuestras oraciones y con la providencia divina que nunca abandona”.

“En estos momentos de prueba”, la CEM invita a renovar “la confianza en Dios y a dejarnos guiar por su fortaleza. Él transforma toda aflicción en esperanza. Unidos y solidarios lograremos salir adelante”.

El huracán Otis tocó tierra durante la madrugada del miércoles 24 como categoría 5 en la zona de Acapulco, en el estado mexicano de Guerrero, con vientos de hasta 270 kilómetros por hora. Cuatro días antes, Norma impactó las costas del municipio de La Paz, en Baja California Sur, como huracán categoría 2, causando al menos tres muertos.

Los daños de estos fenómenos de la naturaleza se suman a los generados por el huracán Lidia, que causó al menos dos fallecidos tras tocar tierra en el estado mexicano de Jalisco el 10 de octubre, y la tormenta tropical Max, que tocó tierra en el estado de Guerrero un día antes.